La mente errante es un estado transitorio que, cuando es excesivo o se da en situaciones que requieren atención, puede llegar a ser perjudicial y causar infelicidad.
¿Cuántas veces nos hemos encontrado haciendo una cosa y pensando en otra?
Hay acciones cotidianas que tenemos tan automatizadas que no prestamos atención a lo que estamos haciendo. Y no sólo eso, además, no prestamos atención al tipo de pensamientos que generamos.
Divagar o dejar vagabundear la mente es una característica de la mente humana que no necesariamente nos beneficia. Descubre más sobre la deambulación mental y cómo nos afecta en este artículo.
Aprender a estar presentes y a ser más conscientes nos permite ser más libres. En este video, Enric Corbera nos explica, a través de ejemplos prácticos, qué significa tomar conciencia, qué implica y para qué hacerlo.
La sabiduría es una faceta que todos podemos desarrollar. En esta conferencia, Enric Corbera explica cómo desarrollar la competencia de la autoconciencia nos acerca a la sabiduría y nos ofrece más capacidad para fomentar nuestro equilibrio y salud.
La mente errante, denominada coloquialmente “piloto automático”, es la experiencia de tener pensamientos diversos no relacionados con la tarea que estamos realizando. Esta desvinculación del momento presente, a veces voluntaria y a veces inconsciente, es un estado mental opuesto a la atención plena.
Se da en situaciones donde la vigilancia es baja porque estamos haciendo algo que no requiere nuestra atención, cuando estamos distraídos o dispersos y cuando soñamos despiertos.
Por ejemplo, conducir bajo condiciones favorables es una actividad casi automática que requiere un uso mínimo del área cerebral que se activa cuando estamos inmersos en una tarea que requiere nuestra atención.
Así, cuando estamos conduciendo podemos pensar en otras cosas y, en ocasiones, llegamos a olvidar incluso cómo hemos llegado a nuestro destino, pues teníamos la mente en otro lugar.
La deambulación mental es un rasgo característico de la mente humana. Es un estado transitorio que puede propiciar procesos mentales que favorecen la creatividad, sin embargo cuando es excesivo o se da en situaciones que requieren atención, puede llegar a ser perjudicial.
Además, este tipo de pensamiento difuso y pasajero, se interpone entre la situación concreta que estamos viviendo y nuestro estado interno, por lo que nos aleja de nosotros mismos y de nuestras experiencias.
Los investigadores de la Universidad de Harvard, Matthew Killingsworth y Daniel Gilbert, se hicieron una pregunta como punto de partida de una investigación: “¿Cuáles son las grandes causas de la felicidad?” y la hipótesis principal era que “la felicidad tiene mucho que ver con el contenido de nuestras experiencias cotidianas”.
Para ello diseñaron una aplicación para Iphone con la finalidad de supervisar la felicidad de las personas y sus pensamientos en tiempo real.
El objetivo era saber qué estaban haciendo, con quién estaban y todos los demás factores que pudieran relacionarse con los cambios en la felicidad. Se recopilaron más de 650.000 informes de más de 15.000 personas de más de 80 países.
El grupo de estudio fue muy variado, con edades desde los 18 hasta los 80 años, con niveles de educación y de ingresos muy diversos y con situaciones familiares muy diferentes.
Las personas que colaboraron en el estudio recibían señales en momentos aleatorios durante todo el día y se les preguntaba que sentían justo antes de recibir la señal.
Al recibir la señal cada persona debía responder a tres preguntas:
– ¿Cómo te sientes, en una escala que va de muy mal a muy bien?
– ¿Qué estás haciendo? (de una lista de 22 actividades),
– ¿Estás pensando en alguna otra cosa aparte de lo que estás haciendo ahora?
A esta última pregunta se podía responder “estoy enfocado en mi tarea” o “estoy pensando en otra cosa” y si el tema de esos pensamientos era agradable, neutro o desagradable. Cualquiera que fuera la categoría de esta última respuesta se incluía en lo que se conoce como divagación mental o mente errante.
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De este planteamiento se deducen dos aspectos fundamentales:
El primero, la importancia de detectar si estamos centrados en la acción que estemos realizando.
Y el segundo, todavía más importante, cuál es la naturaleza de los pensamientos que tenemos mientras hacemos una cosa y pensamos en otra.
A grandes rasgos, los resultados reflejaban que un 47% del tiempo las personas estamos pensando en algo distinto de lo que estamos haciendo.
De la correlación de datos obtenidos Killingsworth y Gilbert concluyeron que “la divagación mental produce sentimientos de infelicidad”.
Parece ser que cuando la mente divaga, a menudo estamos pensando en cosas desagradables que nos hacen sentir menos felices. Incluso si las personas piensan en algo neutro, se ha encontrado que son menos felices que cuando su mente está prestando atención a lo que está haciendo en ese momento.
Se puede afirmar que probablemente una mente errante sea una causa, y no únicamente una consecuencia, de infelicidad.
“La capacidad de pensar en lo que no está sucediendo es un logro cognitivo que tiene un coste emocional”.
Matthew Killingsworth.
En Bioneuroemoción sabemos que cada uno de nosotros somos un observador, el observador de nuestra propia vida. Cuando estamos centrados en el presente, como observadores neutros, no decidimos con nuestros pensamientos, sencillamente, atestiguamos lo que acontece. Es decir, no nos posicionamos.
El no posicionamiento es el primer paso hacia el estado de Comprensión. El estado de Comprensión es un saber. No es conocimiento, no se puede expresar con palabras, porque es una forma de ver y experimentar lo que nos rodea.
Estar presentes, reconocernos observadores de un proceso y no identificarnos con él, es el estado que convierte la experiencia de vida en una experiencia de armonía.
También sabemos que es importante estar atentos a la naturaleza de nuestras divagaciones mentales pues todos los pensamientos son creadores y ningún pensamiento es más poderoso que otro. Transmitimos nuestros pensamientos a todas nuestras células y se convierten en la expresión y la resonancia de nuestro estado emocional.
La Bioneuroemoción nos propone estar atentos al tipo de energía que generamos con nuestros pensamientos, proporcionándonos herramientas para aumentar nuestra autoconciencia y, por tanto, nuestra felicidad.
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