Escuchar como padres que nuestros hijos no nos pertenecen puede sonar duro. Son parte de nosotros, los alimentamos, criamos y nos volcamos en ellos. Pero llega un momento en el que, tal como lo hicimos nosotros, a ellos también les toca abandonar el nido y volar.
¿Te cuesta soltarlos y dejar que sigan su camino?
Te invitamos a reflexionar sobre cómo nuestra historia familiar y herencias emocionales nos impiden hacerlo y te ofrecemos pautas para fortalecer los vínculos con ellos desde la libertad mútua y el amor más puro.
Como hijos, nacemos en un entorno muy concreto en el que nuestros padres o cuidadores nos educan según el entendimiento que poseen. Nos transmiten los valores que les permitieron desarrollarse y nos amoldamos a ellos asumiendo que esto es lo que también somos nosotros.
Al crecer, nos llevamos a la adultez nuestro niño interior con esa herencia emocional, las experiencias propias, algunas heridas y muchas ilusiones. Con todo lo vivido nos hacemos padres e iniciamos esa gran aventura con nuevos retos e incertidumbre.
Ya siendo padres transmitimos a nuestros hijos no sólo los valores que nos inculcaron, sino también las experiencias que nos marcaron a nivel emocional. A la vez, heredamos la manera en que ellos vivieron sus propias experiencias. Miedos, limitaciones, sueños incumplidos o secretos familiares pasan a las nuevas generaciones.
A nosotros nos toca trascender la información, equilibrar excesos y superar traumas para educar a nuestros hijos libres de estos condicionamientos. Puede parecer una carga, pero lejos de ello, es una oportunidad maravillosa de transformar las herencias emocionales que recibimos de generación en generación.
Cuando tomamos conciencia de cuáles son podemos darles un nuevo sentido en nuestra vida, y por lo tanto, en la de nuestros hijos. Esa será la mejor herencia que les podemos dejar.
“Sin lugar a dudas, es importante desarrollar la mente de los hijos. No obstante, el regalo más valioso que se les puede dar es desarrollarles la conciencia.”
Si nos sentimos limitados y ahogados por ellos (por nuestros padres o por nuestros hijos) significa que hay una parte de nosotros que quiere que sigan allí. No es el adulto, sino nuestro niño interior que sigue esperando un amor distinto al que ellos nos pueden ofrecer.
Para avanzar y crecer deberemos poner límites y promover alternativas que estimulen nuestro desarrollo y el de nuestros hijos.
Hacerlos dependientes de nosotros porque sentimos que no tuvimos el apoyo de nuestros padres en la infancia y nos sentimos solos, únicamente perpetúa nuestro estrés proyectándose en ellos.
Ser conscientes de nuestra programación es clave para evitar proyectar en nuestros hijos historias que no les toca vivir. Pero nuestras posibilidades van más allá.
Vidal Schmill, pedagogo y especialista en desarrollo humano dice:
“Tus hijos van a vivir más años sin ti que contigo, enséñales a vivir sin ti.”
Con más de 30 años promoviendo el buen trato en la educación en el ámbito familiar y escolar, señala la importancia de un proceso consciente de educación de nuestros hijos de manera que no dependan de nosotros.
El mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos es ser auténticos, mostrando tanto nuestros dones como nuestras imperfecciones. Seamos referentes de las conductas y formas de ser que les serán útiles para convertirse en adultos independientes, conscientes y responsables.
La confianza en ellos es la misma que tenemos en nosotros mismos y en nuestras capacidades como padres, sin miedo a perderlos. Pase lo que pase, siempre van a ser nuestros hijos y estaremos unidos a ellos
Tanto la desprotección como la sobreprotección de los padres limitan el desarrollo emocional de los hijos y les impide madurar de forma sana y equilibrada. Solemos compensar la falta de afecto que tuvimos como niños al educar a los nuestros repitiendo la historia, pero en la polaridad contraria.
Inconscientemente provocamos el mismo exceso: no confiamos en ellos.
El mismo Vidal Schmill reconoce que cuando se vayan de casa podemos sentir dolor, pero lo contrario es criar hijos que no saben hacer nada por sus propios medios ni toman la iniciativa de crear su propio rumbo vital.
“Al sobreprotegerlos les estamos quitando una de las partes más importantes de la autoestima, la autoeficacia, saber que puedo.”
Vidal Schmill
Esta autoconfianza (inspirada en la que tenemos en nosotros mismos) les aportará seguridad y motivación para poder conseguir lo que se propongan en la vida: su vida. El mundo les parecerá más seguro si les damos una buena y saludable alimentación emocional.
Son muchos los casos de hijos que se sienten obligados a quedarse cerca de los padres sin poder hacer lo que desean, siguiendo una lealtad familiar inconsciente. Otros, por el contrario, deciden marcharse lejos apostando a que así rompen el lazo invisible que les mantiene atados a ellos.
La manera en que nuestros hijos actúen dependerá en gran medida de cómo percibimos nuestra propia vida y el papel que ellos juegan en nuestro bienestar. Al ser conscientes y responsables de nuestras necesidades emocionales, experimentamos una liberación que también les otorga a ellos la libertad para descubrir su propio camino hacia la autonomía.
En lugar de decirles “Necesito que estés aquí” ¿por qué no decirles “Estoy aquí cuando me necesites”?
Su decisión de cómo vivir su vida se configura en la libertad interior que nosotros mismos estamos experimentando y que proyectamos en ellos. A ello se suma el comprender que la vida que les dimos les pertenece desde siempre, no es ni nunca fue nuestra.
Tanto en el papel de padres como de hijos, somos responsables únicamente de nuestra vida.
Aceptarse y respetarse mutuamente es decidir quién queremos ser al día de hoy y qué relación queremos seguir manteniendo, la de pertenencia y apego disfuncionales o la de almas libres.
Es cierto que nos une la misma historia familiar, por ello no importa quién la trascienda, hacerlo nosotros, liberará a ambos y será un regalo para las generaciones venideras.
Lo mejor que tenemos para ofrecer a nuestros hijos es su propia libertad.
Deja que se marchen para que siempre estén contigo.
Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de Youtube:
En este podcast, Enric Corbera habla de la importancia de educar a nuestros hijos para que sean independientes y de la influencia del ambiente emocional en hacerlo posible.
En esta conferencia, Enric Corbera y David Corbera hablan del poder de re-descubrir y honrar a nuestros padres para trascender la información familiar que puede frenar nuestro desarrollo.
Si quieres conocer más acerca del método de la Bioneuroemoción y cómo aplicarlo en tu vida para aumentar tu bienestar emocional, síguenos en nuestras redes sociales: YouTube, Instagram, Facebook, Twitter y Linkedin.
Comparte en los comentarios si te ha resultado interesante este artículo y compártelo a quien creas que le puede resultar útil esta información. ¡Gracias por tu interés!