Al igual que el malestar que sobreviene tras tomar bebidas alcohólicas en exceso, la resaca emocional tiñe nuestro estado de ánimo de manera molesta y persistente tras vivir episodios que nos impactaron.
¿Por qué las mismas situaciones a algunas personas les afectan más y a otras menos? ¿Qué información nos trae la manera en que nos impactan noticias, discusiones o conflictos?
Podemos enfrentar la resaca emocional con diversos recursos que pueden devolvernos cierto bienestar general , pero ¿y si nos ofrece la oportunidad para conocernos a nosotros mismos y afrontar cuestiones mucho más profundas que siguen pendientes?
El estado de agotamiento y malestar que permanece en nosotros tras vivir situaciones intensamente emocionales (como una discusión, una noticia o un evento estresante) es llamado resaca emocional.
Después de un impacto emocional fuerte (tanto negativo como positivo), las emociones intensas desaparecen, pero aún podemos sentirnos afectados por horas o días hasta que logremos procesar la situación. Estas emociones residuales se almacenan en nuestra memoria y pueden influir en cómo enfrentamos futuras experiencias.
Aunque ese acontecimiento imprevisto o esa situación para la que no estábamos preparados haya concluido, nos sentimos presos de cierto estado psicofisiológico -en general negativo- durante un tiempo. La sorpresa, el miedo, el enfado y la tristeza siguen ahí.
Sus síntomas varían según la naturaleza de lo que nos impactó, pero pueden incluir irritabilidad, cansancio emocional, dolores de cabeza y de espalda, y fatiga física, entre otros. En casos más prolongados, pueden derivar en depresión, ansiedad, ataques de pánico, apatía y estrés.
Esta especie de inercia emocional que persiste después de un impacto también pueden afectar nuestra concentración y memoria, pudiendo perjudicar nuestra vida laboral, familiar y social.
“La responsabilidad de mis actos vivirá lo que vivan sus consecuencias.”
Álvaro Obregón
Nuestra memoria funciona como un sistema de interconexiones neuronales, según sostiene la investigadora Lila Davachi.
“Cómo recordamos los eventos no es sólo una consecuencia del mundo externo que experimentamos, sino que también está fuertemente influenciado por nuestros estados internos. Y estos estados internos pueden persistir y cambiar las experiencias futuras”, agrega.
En consecuencia, nuestra cognición está muy influenciada por las vivencias anteriores.
Una persona vive con frustración y en silencio las dificultades que se presentan en cada reunión de copropietarios de su edificio y no logra reclamar por una cañería rota que afecta su cocina. El estrés persiste varios días luego de cada reunión.
Es que en el administrador y en los vecinos se refleja la decepción y angustia que sentía de adolescente cuando su padre la convocaba junto a sus hermanos para acusarla de hacer muy difícil la vida de su madre.
Esa emoción persistirá hasta que recupere su valor propio y haga oír su voz con valentía y serenidad.
Lila Davachi también demostró que “incluso las experiencias no emocionales que suceden inmediatamente después de eventos emocionales se recuerdan mejor”. El ejemplo que ofrece es que la mayoría recuerda qué estuvo haciendo el día en que cayeron las Torres Gemelas, aunque no estuvo involucrada en el evento.
“He aprendido que la gente olvidará lo que dijiste, la gente olvidará lo que hiciste, pero la gente nunca olvidará cómo les hiciste sentir.”
Todos sufrimos en algún momento algún acontecimiento imprevisto, una situación para la que no estábamos preparados y que puede provocarnos emociones muy intensas de miedo, enfado y tristeza, entre otras. Una vez terminado el estímulo, se terminan las emociones más intensas, pero nos queda un estado emocional que perdura hasta que finalmente superamos y asumimos la situación.
Aunque no podemos evitar completamente las resacas emocionales, existen estrategias para minimizar sus efectos y reducir su duración.
Una de ellas es evitar decisiones precipitadas ya que durante ese período nuestra percepción puede suele estar muy distorsionada. Es aconsejable desarrollar primero una perspectiva más equilibrada sobre qué puede estar motivando en nosotros esa emoción particular que nos lleva a decidir o elegir una opción y no otras.
Para ello es necesario dedicarse tiempo a uno mismo, la autoindagación es un buen recurso para reducir el estrés. En tal sentido, revisar nuestro diálogo interno nos puede permitir cambiar pensamientos negativos por otros más realistas y constructivos.
No obstante, los resultados pueden ser pasajeros o insuficientes pues ante una situación similar, la respuesta emocional puede repetirse (hasta tomar conciencia del para qué tenemos este tipo de experiencia).
La emoción es un vínculo que nos permite adentrarnos en el laberinto de nuestras vidas. Al observar cómo vivimos nuestras experiencias podemos reinterpretar situaciones concretas y desactivar la emoción originaria de la resaca emocional. La que se esconde detrás de la melancolía o la tristeza.
La manera singular en que manifestamos nuestras emociones refleja lo que busca expresar nuestro inconsciente, nuestras herencias emocionales y las lealtades invisibles que nos habitan.
Si la noticia de que fui despedido me arrastra al desconsuelo o me permite vislumbrar nuevas oportunidades pueden reflejar la manera en que mis padres afrontaron dificultades económicas en mi infancia. Reconocer este impacto puede ofrecerme una nueva forma de enfrentar esta experiencia y salir fortalecido del temor o la frustración que experimenté luego de la noticia.
Las características de cada resaca emocional que experimentamos son las que unen el pasado con el presente de nuestra psique. Por eso, también nos impulsan al tipo de vivencias que tengamos en el futuro.
Y aquí está el secreto.
La manera particular en la que nos impactan las experiencias con alta carga emocional es la mensajera de qué tenemos pendiente por resolver. Nos invita a mirarla con distancia emocional para descubrir qué dice de nosotros, de nuestra historia y, también, de cómo queremos vivir nuestra vida.
Conectar con las emociones profundas que nos generan cierto tipo de resaca emocional también implica hacernos responsables de cómo nos relacionamos con el mundo. Nos impulsa a ser protagonistas del cambio que podemos realizar en nuestra psique.
Comprender que nuestra interpretación emocional condiciona nuestro pasado, presente y futuro es fundamental para recuperar el control de nuestro bienestar.
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En este podcast, Enric Corbera explica cómo los recuerdos constituyen nuestra forma de concebirnos en el presente. No somos el resultado de nuestra historia, sino de nuestra forma de guardarla y codificarla, que está estrechamente relacionada con nuestros estados emocionales.
En este video, David Corbera propone aprender a reconectar con nuestro cuerpo, ventana al inconsciente que nos permite descubrir la información que nos está influyendo, para poder transformarla.
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