Llegar a la vejez en una cultura oriental u occidental no es lo mismo. Mientras que en países como India, Japón, Tailandia o China envejecer es sinónimo de respeto y sabiduría, en Occidente existen muchos lugares donde todavía se relaciona la vejez con deterioro, enfermedad e incompetencia.
¿En qué momento empezamos a percibirnos o percibir a los demás como viejos? ¿Tenemos miedo a envejecer? ¿De qué manera nuestra percepción del envejecimiento puede afectar en nuestras habilidades, bienestar emocional y físico?
En este artículo te invitamos a desarrollar una visión más amplia acerca de la vejez, a reconocer las creencias que tienes al respecto y cómo estas pueden condicionar esa etapa de la vida.
Gran parte de lo que consideramos consecuencias de envejecer lo aprendimos de la familia o la cultura a la que pertenecemos. Por ejemplo:
“A partir de cierta edad tenemos menos energía, menos relaciones sexuales, menos vida social, tenemos más dolencias, es muy difícil aprender cosas nuevas y, en definitiva, tenemos menos capacidad para disfrutar y vivir plenamente”.
Muchos pensamos que todo esto es lógico y atribuimos la responsabilidad al paso del tiempo, como si nosotros no fuéramos partícipes de nuestras vidas y existiera una sentencia de que tiene que ser así.
«Una forma de saber si eres viejo o no es preguntándote ¿te atreves a probar algo que no has hecho nunca antes? La naturaleza determina la edad, pero tú determinas tu estado de ánimo.»
¿Has observado que no todas las personas envejecen igual?
Existen múltiples factores que afectan cómo llevamos el paso de los años. Entre ellos, son determinantes el ambiente emocional en el que vivimos y la forma en que ejercitamos y alimentamos nuestro cuerpo, pero también cómo alimentamos nuestra mente y cultivamos nuestras emociones.
Las ideas que tenemos acerca de la vejez se basan en creencias que, con el paso del tiempo, se convierten en nuestra realidad. Por eso, la calidad de nuestras convicciones son un factor importante en cómo viviremos el ciclo natural de la vejez.
El gerontólogo y doctor en psicología Javier Yanguas propone reflexionar acerca de cómo concebimos esta etapa de la vida, ya que sostiene que la creencia de que todos los viejos son iguales es completamente falsa. Afirma que existe una diferencia entre lo que la sociedad piensa de los mayores y cómo se ven ellos mismos.
Actualmente hay personas mayores que continúan activas y no se jubilan. Existen hombres y mujeres octogenarios que hacen maratones, músicos que tocan rock y prestigiosos neurocientíficos como Rita Levi Montalcini que ejerció su profesión hasta sus 103 años.
«El envejecimiento es un proceso, no un estado. El desarrollo de la persona no caduca con la edad porque en la vejez también hay espacio para el cambio.»
Javier Yanguas
Ellen Langer, doctora en psicología de la Universidad de Harvard, realizó en 1981 un experimento sin precedentes y, curiosamente, sin sucesores. Su principal propósito era cuestionar si envejecer es sinónimo de volvernos olvidadizos y torpes.
Se preguntaba hasta qué punto los defectos propios de la edad son inevitables o pueden agravarse por la percepción que se tiene de los mismos ¿Se concibe igual de grave cuando un joven es despistado y olvidadizo que cuando es alguien mayor quien tiene estos olvidos?
En el experimento, un grupo de hombres de entre 70 y 80 años que, en su mayoría, recibían asistencia en muchas de sus necesidades diarias, fueron trasladados a un monasterio convertido en un escenario donde todo estaba perfectamente representado como si fuera 22 años antes, es decir, 1959.
Todo, la televisión, la radio, los muebles, los libros de los estantes, las revistas e incluso las fotos propias que se llevaron correspondían a la edad que tenían ese año. Además, durante la estancia debían cumplir con ciertos requisitos como, por ejemplo, hablar de temas relacionados con esa época como si sucedieran en el presente.
Al llegar al monasterio no los ayudaron a salir del autobús ni a coger sus maletas, nadie los “cuidó” durante el tiempo que duró el experimento. Al finalizar vieron cómo los participantes que entraron andando con ayuda de bastones, jugaban al fútbol en el jardín de la casa.
En su libro “Atrasa tu reloj” en el que Langer relata minuciosamente su propuesta explica: “Una semana después, tanto el grupo control como el grupo experimental, mostraron mejoras en fuerza física, destreza manual, marcha, postura, percepción, memoria, cognición, sensibilidad del gusto, audición y visión”.
«No es principalmente nuestro yo físico quien nos coarta, sino nuestra actitud con respecto a nuestras limitaciones corporales.»
Ellen J. Langer
Mantener relaciones de calidad juega un papel muy importante en nuestra salud. Sabemos por experiencia propia que, cuando sentimos aprecio y atención, experimentamos mayor satisfacción en la vida.
El estudio Efectos del Apego, Afecto y Capacidad de recibir Apoyo en la Salud de la Pareja concluyó que, “en términos de salud mental, el contar con una pareja romántica ayudará al desarrollo de una personalidad normal y promulgará una conducta social apropiada, puesto que, a mayor grado de aislamiento social, mayores riesgos de desarrollar trastornos mentales”.
Las personas que no tienen relaciones de calidad experimentan menor longevidad y bienestar psicológico en comparación con las personas que mantienen relaciones saludables. No se trata de la cantidad de personas que nos rodean, sino de que cultivemos vínculos, ya sea románticos o amistosos, que sean recíprocos, donde nos sintamos contenidos, amados y aceptados.
Aunque en la actualidad muchos estereotipos sobre la vejez se van derrumbando, todavía nos falta un camino por recorrer, personalmente y como sociedad, para vivir la vejez deseada.
En el proceso de envejecimiento es necesario atendernos de forma integral. Prestar atención a nuestros pensamientos y el cómo nos tratamos. Escuchar nuestras emociones y reconocer cómo se reflejan en nuestro cuerpo a través de síntomas.
» A los cien años tengo una mente que es superior a la que tenía a los 20, gracias a la experiencia.»
Rita Levi Montalcini
Por su parte, la Dra. Langer es contundente y dice que somos los ancianos que esperamos ser y que nuestra forma de concebir la vejez actualmente es un factor decisivo en nuestra forma de envejecer.
Somos los responsables de mantener a nuestra mente y corazón ilusionados y activos. Después de todo, seguir nuestros sueños más profundos no depende de la edad que tengamos, sino de que creamos en nosotros mismos.
¿Y tú, qué clase de vejez quieres tener?
Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de Youtube:
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Muy interesante el artículo, muchas veces pienso que eh perdido tiempo , tengo 56 años y creo que debería haber comenzado antes hacer ciertas cosas . Pero todo es perfecto. Estoy donde quiero estar.
Muchas gracias por este interesante, real y alentador artículo. Reviendo los dichos familiares es costumbre ir haciendo de la vegez algo difícil, mí mamá dice siempre & los años no vienen solos- o -mira esta foto, cuando era gente-…;
Gracias por esta reflexión, he cambiado mí percepción, voy a trabajarlo en mí.
Yo los adoro y espero poder estudiar en su instituto algún día!!