¿Alguna vez leíste algún cuento o escuchaste alguna historia similar a lo que te pasó a ti y te inspiró una forma diferente de afrontarlo?
Aunque no lo hagamos intencionadamente, cada cuento, cada historia que contamos y escuchamos, sobre todo en nuestra infancia, tiene una influencia en nuestra psique mayor de la que imaginamos. De adultos, separamos la realidad de la ficción, sin embargo, el niño o la niña que llevamos dentro sigue entendiendo perfectamente su significado simbólico.
¿Cómo podemos utilizar los recursos de estas historias para mejorar nuestra expresión emocional, comprender conflictos internos y desarrollar habilidades sociales y emocionales?
Contar cuentos es una tradición milenaria, mucho más antigua que el teatro y que la escritura.
Desde hace miles de años, los cantos, leyendas, fábulas y mitos han servido para transmitir las tradiciones, normas y valores de la sociedad. Pero también ofrecen perspectivas y soluciones nuevas a los problemas de la vida.
En un cuento se emplea un lenguaje indirecto que implica distintos niveles de comunicación. Los relatos con fines terapéuticos emplean el simbolismo y la metáfora como recursos para conseguir nuevas significaciones sobre una situación concreta.
Las historias contadas potencian nuestra parte más imaginativa, fantástica, espacial y perceptiva.
“El mundo imaginativo y espiritual puede ser tan real como el físico y cotidiano”
Susan Perrow
La cuentacuentos y educadora australiana Susan Perrow encontró un nuevo camino para su carrera tras una crisis personal. Hoy imparte talleres en los que enseña a narrar cuentos con fines terapéuticos.
“Los cuentos suelen partir de una situación de desequilibrio y, a través de un viaje, se llega a una situación de equilibrio. Todos poseemos una chispa divina y estamos aquí para desarrollarla”, explica.
El tipo de relato que utiliza se dirige a todo tipo de niños con cualquier tipo de conflictos y traumas. Desde haber padecido situaciones extremas como un terremoto hasta circunstancias más difusas como ansiedad durante su etapa de crecimiento.
Perrow señala que el cuento también puede ser una herramienta terapéutica para adultos. No obstante, allí la barrera más grande a afrontar es su escepticismo.
Los equivalentes actuales de los «cantos, cuentos, leyendas, fábulas y mitos» son las películas y series que cuentan con una narrativa profunda. Incluso los hilos de redes sociales y algunos videojuegos responden de manera muy eficaz a esta búsqueda por expresar las necesidades y los valores de las personas.
Estas formas modernas de contar historias también nos brindan simbolismos y enseñanzas que podemos aplicar a nuestra vida, conectando con los mismos arquetipos y desafíos humanos que encontramos en los relatos tradicionales.
Los cuentos son mensajes metafóricos que van directo a nuestro hemisferio derecho. Esta parte del cerebro se relaciona con la creatividad y la imaginación.
A través de él somos capaces de integrar nueva información y estimular a nuestro niño interior con una carga simbólica nueva. Es que el inconsciente procesa la mayor parte de los estímulos sensoriales percibidos, no atiende a razones, ni juzga.
El cariño de mamá cuando nos contaba un cuento antes de dormir o la angustia que sentíamos al escuchar las discusiones de nuestros padres siguen con nosotros en nuestra vida adulta
Sin darnos cuenta, estamos profundamente influenciados por el lenguaje y por los significados que le otorgamos. Así, las metáforas, los relatos, las anécdotas y los mitos actúan a nivel consciente e inconsciente, removiendo nuestro sentido habitual del mundo y de nosotros mismos.
Nos presentan perspectivas diferentes que nos llevan a cuestionar nuestros pensamientos, creencias, actitudes y nuestra propia identidad.
Podemos interpretar a Caperucita como una niña indefensa ante el lobo o como alguien que personifica la transición de la niñez a la adultez, enfrentando los riesgos del mundo. En ese camino, explora su propia capacidad para confrontar el miedo y transformarse.
Esta característica de transmitir a nivel inconsciente hace que los cuentos puedan ser utilizados intencionadamente como una herramienta para modificar la estructura interna de nuestro pensamiento y transformar nuestra percepción. De este modo, posibilitan cambios significativos y estables en nuestra vida.
“La palabra es libertad”
Los cuentos y las historias de otros nos ayudan a reconocer y expresar emociones, así como a entender las de los demás. Pueden ser un elemento crucial en la resolución de conflictos.
Así, a través de narrativas que reflejan situaciones similares a las vividas por el lector, los cuentos permiten explorar soluciones a problemas emocionales y conflictos personales sin que se sienta amenazado.
Los jóvenes que tienen una preferencia sexual diferente a la normativa, suelen encontrar, en historias parecidas, la inspiración y el coraje para dar el paso que necesitan para vivir su vida con coherencia.
Estas historias narradas facilitan el diálogo entre terapeutas y pacientes, entre padres e hijos, entre mentores y seguidores. Permiten generar un clima para una comunicación más abierta y efectiva sobre emociones y experiencias.
¿No te ha sucedido alguna vez que, al escuchar a otra persona relatar su problema y cómo lo afrontó, pudiste abrirte a una conversación sincera y cuidada sobre tus propios conflictos?
Es que, a diferencia de las historias ordinarias, los cuentos terapéuticos buscan transmitir valores esenciales como la solidaridad, la honestidad y el respeto. Allí los dolores son aceptados sin juicio.
Tanto los cuentos terapéuticos como las historias heroicas suelen ser muy efectivos en el tratamiento de trastornos emocionales como la baja autoestima, la ansiedad y el duelo. El vernos reflejados, aunque sea de manera inconsciente, nos proporciona un espacio seguro para abordar conflictos interpersonales, bloqueos, etc.
Nelson Mandela pasó 27 años en la cárcel antes de que sus ideas de libertad tengan éxito. Viktor Frankl sobrevivió a los campos de concentración nazis por su persistencia en un objetivo de vida.
Estas historias, como tantas otras, pueden fomentar nuestra creatividad e imaginación para afrontar nuestros propios caminos de una forma novedosa.
Sabemos que el inconsciente no distingue lo real de lo simbólico. Allí, las metáforas son especialmente útiles para transmitir perspectivas nuevas.
Nuestro inconsciente habla con el lenguaje de lo imaginario, por lo que nos contamos nuestra vida como si fuera un relato.
Cuando no nos sentimos bien en algún aspecto de nuestra vida, es fundamental revisar nuestra narrativa particular de lo sucedido, es decir: la historia que nos contamos. Es precisamente ahí donde está el origen del problema y, también, las claves para encontrar una solución.
En consulta, el acompañante en Bioneuroemoción® guía al consultante a encontrar la historia detrás de su historia. Es decir, las explicaciones con las que justifica sus actos y el hecho de mantener una situación que le perjudica.
Tomar conciencia de que esa primera historia no es “la verdad” y que está sustentada en aprendizajes y creencias profundas, es lo que nos permite reescribir el relato de su vida y transformarla.
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En este pódcast, Enric Corbera explica que al, reinterpretar aquellos acontecimientos de nuestra vida que nos mantienen conectados con nuestro sufrimiento, podemos reescribir nuestra historia y recuperar el equilibrio emocional.
Todos hemos vivido experiencias que nos han marcado y que nos influyen en la actualidad sin ser conscientes de ello. Presente, pasado y futuro están conectados y tenemos el poder de reescribir nuestra historia y mejorar nuestra vida si sabemos cómo.
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