¿Elegimos a nuestros padres? Cómo romper ciclos nocivos y asumir la responsabilidad personal

16 noviembre 2024

Somos herederos de una información emocional transmitida por nuestros padres y por lo que vivimos con ellos en nuestra infancia. Entender esto nos permite transformar esta carga en una oportunidad de crecimiento.

Papá y mamá pueden haber sido nuestros mejores maestros al ofrecernos experiencias inigualables para sanarnos y crecer. ¿Cómo podemos adoptar una mentalidad de responsabilidad para romper ciclos de victimismo y construir una nueva realidad?

 

Heredamos la historia de nuestros padres

Desde antes de nacer y durante nuestra infancia, recibimos algo más que rasgos físicos y sustento de nuestros mayores. Nos transmitieron experiencias y emociones que, a menudo, se convirtieron en patrones de conducta que repetimos sin que seamos del todo conscientes.

Esta información emocional creó una especie de “guion” que seguimos de adultos.

Por ejemplo, algunas personas sienten la necesidad de cumplir ciertas expectativas familiares o experimentan conflictos similares a los de sus padres.

De la historia compartida con nuestro sistema familiar recibimos una carga emocional que, sin herramientas ni consciencia, puede convertirse en un lastre que arrastramos inconscientemente en nuestra vida adulta.

 

Mucho más que genética

Enfoques tan diversos como la psicogenealogía o la epigenética explican que nuestra historia va más allá de lo tangible. La ciencia actual sostiene que somos información y que esta se hereda no solo en términos biológicos, sino también emocionales.

Esto quiere decir que los traumas, creencias, e incluso emociones que experimentaron nuestros ancestros pueden ser transmitidos a sus descendientes. También impactan en cómo juzgamos lo que vivimos en nuestra infancia.

¿Alguna vez has tenido la sensación de cargar con emociones que no son del todo tuyas o de tener patrones de comportamiento que te resultan inexplicables? 

Este fenómeno, ampliamente estudiado en la epigenética, se conoce como transmisión transgeneracional y la clave para entender el impacto de nuestro entorno en quienes somos hoy.

 

“Ninguna generación es capaz de ocultar a la siguiente sus procesos anímicos de mayor profundidad.”

Sigmund Freud

 

La responsabilidad personal: salir del rol de víctima

Aunque no podemos cambiar esta información heredada, podemos observarla con nuevos ojos y comprenderla. Y, sobre todo, decidir cómo vivir con ella.

Esto significa salir del rol de víctima, entender que, aunque heredamos ciertos patrones, tenemos la capacidad de trascenderlos y convertirlos en aprendizaje.

Por ejemplo,

Si una persona creció en una familia donde se desaprobaba destacar, probablemente recibió el mensaje de que era más seguro no llamar la atención. Tal vez sus padres o abuelos vivieron situaciones difíciles y, para protegerla, le transmitieron esa creencia.

Si esa persona lleva este patrón a su vida adulta, puede temer el éxito, sin ser consciente de ello y limitar sus aspiraciones o sabotear oportunidades, todo por miedo a ser vista. Sin embargo, al reconocer que este miedo es una herencia protectora, puede elegir conscientemente, mostrarse, atreverse a exponerse y empezar a cambiar.

Así, comienza a construir confianza en sí misma y a sentirse merecedora de explorar la vida más allá de esos límites heredados.

El victimismo actúa como una especie de adicción que nos atrapa en ciclos de sufrimiento y justificaciones. Si no la transformamos, esta creencia nos limita y nos impide encontrar equilibrio emocional.

 

 

Para qué vivimos lo que nos tocó vivir

Es necesario observar nuestra historia y preguntarnos para qué tuvimos que vivir esas experiencias. Al analizarlas sin juicio, tenemos la oportunidad de integrar esa información, aprender de ella y liberarnos.

En mi familia fui uno más entre muchos hijos, por lo que nunca me sentí especial. Ello fue el espejo para cultivar un amoroso diálogo interior donde fortalezco mi propia autoestima.

Nadie es culpable de haber nacido con determinada historia familiar, pero todos somos responsables de decidir cómo queremos vivir con esa herencia.

 

La transformación que nos ofrecen nuestros padres: del dolor al aprendizaje

Muchos adultos siguen reclamando a sus padres el amor y el cuidado que, a su vez, ellos tampoco aprendieron de los suyos. Siguen siendo niños emocionales en una cómoda procrastinación emocional.

Es común que, al iniciar este proceso de autoconocimiento, sintamos resistencia o incluso dolor al confrontar nuestra historia emocional. Pero el dolor es, en realidad, un mensajero que nos invita a observar aquello que necesita ser transformado.

El abandono de mi madre me enseñó que no necesito a nadie para ser feliz.

 

 

El sufrimiento es una elección

Alimentado por el apego a la culpabilidad y a la historia de nuestros padres, el sufrimiento nos hace perder de vista el potencial que tenemos para evolucionar.

Al comprender que los comportamientos heredados o los traumas vividos no son una condena, sino una oportunidad de crecimiento, comenzamos a tomar responsabilidad de nuestra vida. Esto nos empodera y nos permite decidir conscientemente cómo queremos vivir y relacionarnos con los demás.

Si mi padre fue infiel a mi madre y atraigo parejas infieles, puedo preguntarme cómo repito en mí ese patrón siendo infiel e irrespetuoso conmigo mismo/a. Mi pareja solamente refleja la relación que tengo conmigo.

 

La observación consciente: el primer paso hacia la libertad emocional

Un ejercicio fundamental para trascender el impacto emocional de nuestros conflictos es la observación consciente. Al reconocer con honestidad las reacciones, patrones y emociones que tenemos, podemos identificar la oportunidad de cambio que nos ofrecen.

Por ejemplo, si observamos que repetimos un patrón de autosabotaje, en lugar de culpar a la herencia familiar, podemos asumirlo como un aprendizaje pendiente.

O, si crecimos en un ambiente donde expresar las emociones no era aceptado, podemos reconocerlo y comenzar a hablar de manera honesta de lo que sentimos, construyendo relaciones más saludables.

 

Una lección que llega hasta nuestros hijos

Lo que hemos vivido y aprendido de nuestros padres no puede cambiarse, pero sí podemos reinterpretarlo. Al hacerlo, alteramos la manera en que esta información se manifiesta en nuestra vida y en la de nuestros descendientes.

Así, liberamos no solo nuestra vida, sino también la de las próximas generaciones. En lugar de transmitir una carga emocional, transmitimos una herencia de aprendizaje y responsabilidad.

Gracias a la experiencia de sentirme invisible para mis padres, soy un papá/una mamá presente y cultivo una relación nutricia con mis hijos (e incluso con mis propios padres).

 

“Somos más padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado.”

Miguel de Unamuno

 

El don de la herida: un cambio de perspectiva

La gran diferencia entre culpar a nuestros padres y reinterpretar lo que nos sucedió radica en que lo primera nos ancla en el pasado, mientras que lo segundo nos impulsa hacia el futuro.

Al transformar el modo en que juzgamos nuestra historia, liberamos a nuestros padres de cargas innecesarias y rompemos con el ciclo de transmisión de sufrimiento. Al final de cuentas, lo que recibimos de ellos es solo una parte de quienes somos.

El machismo que sufrieron las mujeres de mi clan me dio el impulso para ser una mujer fuerte e independiente. Y, además, educo hijos varones que sí le dan lugar a las mujeres.

Es solo un ejemplo de la inconsciente generosidad de nuestros padres: nos dieron lo mejor, incluso a través de su incapacidad y de sus errores.

 

padres, hijos,

 

Las lecciones de nuestros padres: oportunidades para avanzar

Las dificultades que vivimos por los errores de nuestros padres -intencionales o no-, aunque duelan, también nos enseñan lecciones importantes sobre la vida, la resiliencia y la empatía. En lugar de quedarnos atrapados en el dolor o el resentimiento, podemos convertir esas heridas en impulso para crear un presente y un futuro diferentes.

Nos invitan a situarnos ante el reto de preguntarnos, ¿y si nosotros hubiéramos escogido a nuestros padres? Solo desde esta perspectiva podemos empezar a detectar lo que hemos venido a aprender.

Los “errores” de nuestros padres son regalos que elegimos para evolucionar.

 

 

Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de YouTube:

 

Enric Corbera ofrece algunas claves para identificar e integrar aquellos aspectos de la sombra familiar que están influyendo en nuestra vida. Conocer ese lado oscuro nos aporta la comprensión para superar las dificultades, desarrollar nuestras capacidades y mejorar nuestra vida.

 


¿Qué conflictos se repiten en tu entorno familiar? ¿Hasta qué punto eres responsable de lo que sucede en tu sistema? ¿Qué podemos hacer para cambiar nuestras dinámicas familiares?

 

 

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Diplomado en Bioneuroemoción®

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