Buscamos certezas siempre, abrirnos a la incertidumbre con paz requiere un compromiso mental y emocional. Requiere positividad.
Siempre podemos decidir el modo en que afrontamos las circunstancias de la vida aunque esto también implica rehuir de los mensajes superficiales que expresan una actitud falsamente positiva.
¿Se puede torcer el devenir de lo que nos sucede y hacerlo con una sonrisa?
En este artículo exploraremos algunos recursos internos para generar un estado de bienestar y cultivar una actitud que nos permita ver “el vaso medio lleno” de la vida.
La positividad es un estado mental caracterizado por la aceptación con una actitud optimista.
A diferencia de la felicidad, que es un estado transitorio, se trata de tener un enfoque constructivo que perdura independientemente de las circunstancias externas. Pero sobre todo, que siempre podemos elegir.
Es común escuchar: «hay que evitar el mal ánimo y los pensamientos negativos con una actitud positiva y pensamientos positivos. Reemplaza la angustia o el dolor con visualizaciones de abundancia y felicidad».
La falacia de esta “positividad tóxica» o «positivismo tóxico” es que rechaza las emociones negativas. No afronta ni resuelve las causas de ese malestar, sino que pospone y tapa un conflicto que llama ser atendido.
Tomar esta estrategia como un modo de evasión no te convierte en una persona positiva. Solo posterga la solución o disimula el desafío.
Sobre todo, no te permite reconocer las enseñanzas de las dificultades, la sabiduría que se esconde tras los errores o los fracasos.
Muchas veces soñamos “positivamente” y en realidad se trata de la ilusión de que tenemos el control.
Tener expectativas positivas y fantasear no es negativo en sí mismo ya que nos motiva. Sin embargo, es perjudicial si esperamos que se cumpla tal como lo imaginamos, pues la realidad rara vez se ajusta a lo que esperamos.
Además, generamos expectativas en base a lo que conocemos, por lo que siempre son limitadas. Es decir, si soltamos la necesidad de que se cumpla lo que deseamos, accederemos a posibilidades que no podemos concebir con nuestra conciencia actual.
Y, muchas veces, lo que nos trae la vida es infinitamente mejor de lo que éramos capaces de imaginar.
Aunque parezca increíble, la seguridad de lo conocido nos llena de limitaciones y miedos ya que nos impide crecer. La deseada zona de confort no nos permite desarrollar la confianza en nosotros mismos, labrada al ritmo de los desafíos.
Resulta bastante inverosímil pensar que podemos ser positivos pese a tener miedo. Sin embargo, a esta sombra que nos acecha la podemos tomar como un obstáculo o como una guía.
Saber que la fuente de nuestra confianza no está afuera sino en nuestros atributos espirituales y emocionales, podría ser una manera muy práctica de contrarrestar la energía debilitante del miedo.
La incertidumbre también tiene mala fama porque la asociamos a no poder dominar o controlar nuestras circunstancias. Y nada más cierto …si la miramos desde una mente egoica.
Esta lucha nos agota y nos traslada a un futuro que, por naturaleza, está en el afuera. A su vez, resignarnos a no poder hacer nada nos convierte en víctimas y nos quita la creatividad que nos puede dar la positividad.
Esta incertidumbre es miedo a vivir, ya que nunca podemos prever lo que va a suceder. Es puro ego.
Cuando miramos desde el Ser, que se sabe conectado con todo e integra la incertidumbre, aprendemos a bailar con las circunstancias.
«La seguridad es mayormente una superstición. No existe en la naturaleza, ni los hijos de los hombres en su totalidad la experimentan. Evitar el peligro no es más seguro a largo plazo que exponerse a él. La vida es una aventura atrevida o no es nada.»
Helen Keller
Percibir la incertidumbre como una oportunidad y no como una amenaza nos vincula con un concepto central de la Bioneuroemoción, el de la conciencia de unidad. Esto es: no es que el otro no exista, sino que lo que percibimos en los demás tiene que ver con nosotros.
Paradójicamente, esta mirada es la que nos devuelve el control sobre nuestra vida y es la clave de la positividad. No estamos a merced de las circunstancias sino que podemos influir en nuestras experiencias decidiendo cómo verlas y vivirlas.
El camino del medio, el que da paz y no la ilusoria euforia, es la aceptación. En ella se basa la positividad.
El inicio de todo proceso de cambio está en aceptar que no podemos cambiar lo que nos ha sucedido o a las personas que nos rodean. Y, mucho menos la naturaleza dinámica de la vida.
Solo tenemos el poder de cambiarnos a nosotros mismos, de transformarnos a la par del devenir que nos propone la vida.
Es fácil confundir aceptación con resignación, la diferencia está en el tipo de emoción que nos genera. La primera tiene una cuota de optimismo.
La resignación nos inmoviliza en el victimismo e incluye el temor de vernos obligados a tolerar situaciones que nos perjudican.
La aceptación va más allá de “ver el vaso medio lleno”. Implica una actitud proactiva de aprovechar la oportunidad de aprendizaje que nos da una situación.
También requiere la madurez emocional de reconocer nuestra parte de responsabilidad en la generación de los conflictos que vivimos.
La manera en la que experimentamos nuestra realidad cotidiana depende en gran medida de cómo decidamos observarla.
Es posible torcer el devenir de lo que nos sucede y hacerlo sin perder el enfoque positivo de que podemos crecer a través de cualquier circunstancia.
“Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia.”
Marcel Proust
No existe la suerte, el destino o el karma, tomados como conceptos deterministas basados en fuerzas externas. El camino es tomar conciencia de la información que nos ofrecen las circunstancias y transformarla en nuestro interior. Se requiere compromiso, responsabilidad y perseverancia, sabiendo que todo es para nuestra evolución.
Esta certeza nos permite soltar el control (ya no lo necesitamos), lo que nos lleva a la positividad que reside en nuestro interior y a las posibilidades latentes en la incertidumbre.
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Este podcast nos ayuda a entender que la felicidad no es un lugar al que llegar sino que siempre está presente. Por eso, cuando no la experimentamos hemos de atender lo que puede estar bloqueándola.
En esta conferencia, Enric Corbera expone los hábitos que favorecen el logro del éxito en las diferentes áreas de nuestra vida y explica cómo transformar los obstáculos en oportunidades.
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