Muchas veces nos sentimos víctimas de las situaciones y perdemos el control sobre ellas, creyendo que no tenemos oportunidad de acción. El locus de control ofrece dos visiones sobre cómo afrontar estas experiencias y encontrar una forma diferente de vivirlas.
¿Cómo podemos tomar un papel más activo en nuestras experiencias?
Existen infinitas posibilidades sobre cómo vivir las experiencias de la vida. Para comprenderlo mejor, el psicólogo estadounidense Julian B. Rotter acuñó el término “locus de control”, que hace referencia al grado de control que tenemos sobre las situaciones.
Si bien es una ilusión creer que tenemos un completo dominio sobre los sucesos, los siguientes conceptos nos ayudan a poner el foco en nuestra manera de verlos.
Este tipo de preguntas hace referencia a la tendencia que mostramos en el momento de identificar la causa de lo que nos ocurre.
Podemos situarla en nuestro interior o fuera de nosotros: observar las vivencias asumiendo nuestra parte de responsabilidad (locus de control interno) o adjudicándoles la causa a personas o factores externos (locus de control externo).
Si optamos por creer que no tenemos ninguna responsabilidad en lo que vivimos, nos sentiremos víctimas de las situaciones. Además, adoptaremos una actitud pasiva ante los desafíos, esperando que no surjan o culpando o la suerte.
Este tipo de afrontamiento tiende a percibir que los resultados obtenidos son debido a factores externos ajenos a su control, como por ejemplo el destino, la casualidad, o la presencia de ciertas personas.
Esta interpretación puede generar estados de depresión y ansiedad.
Si siempre culpamos al tráfico por llegar tarde al trabajo, nos sentimos a merced de una situación fuera de nuestro control. En lugar de eso, podríamos planificar salir con más tiempo. Culpar al tráfico (un factor externo) puede aumentar nuestra frustración. Tomar responsabilidad (un factor interno) nos permite adoptar una actitud más proactiva y reducir el estrés.
Aunque no siempre logremos cambiar la realidad externa, sí podemos actuar desde nuestro interior en cómo juzgamos esas situaciones, lo cual tiene un impacto significativo en nuestra experiencia.
Las personas que tienen un locus de control interno atribuyen la causa de lo que obtienen a su propia manera de ver las situaciones.
Esto les permite aceptar las situaciones externas que no pueden manejar y sentirse capaces de transformar experiencias desfavorables, influyendo activamente en ellas.
No se trata de asumir la responsabilidad total de los acontecimientos, sino de reconocer nuestra participación en ellos. Es decir, es fundamental entender cómo percibimos lo que nos sucede pues esta percepción es la que nos permite actuar de una manera u otra y, eventualmente, modificar nuestra conducta.
Entonces, al adoptar este paradigma, lo que nos molesta de los hechos se convierte en una invitación para autoindagarnos y en un reto para aprender, fortalecernos y crecer…
“El verdadero buscador crece y aprende, y descubre que siempre es el principal responsable de lo que sucede.”
Jorge Bucay
Cuando elegimos poner en práctica el locus de control interno estamos accediendo a una herramienta que influye profundamente en nuestra vida.
Estamos discutiendo con nuestra pareja porque llegó tarde a una cita importante por lo que nos sentimos heridas/os y frustradas/os.
«Siempre me haces esto, nunca respetas mi tiempo.»
«Es tu culpa que me sienta así, siempre haces lo mismo.»
Con esta perspectiva, nos sentimos víctimas de la situación, culpamos al otro y creemos que no podemos manejar el problema o nuestras emociones. Este tipo de afrontamiento hace que repitamos las situaciones hasta poder integrar los aprendizajes que acarrean.
«Me siento herida/o y frustrada/o porque valoro la puntualidad. Necesito comunicarte esto para expresar cómo me afecta.»
«Como valoro la puntualidad, te propongo planificar nuestras citas con más antelación o acordar recordatorios.»
Desde el locus de control interno reconocemos nuestro papel en la situación y tomamos responsabilidad por nuestras emociones y reacciones. Comprendemos que sentirnos heridos o frustrados habla más de uno mismo que del otro.
Esto abre la posibilidad de mejorar la comunicación y la relación, buscando soluciones constructivas en lugar de quedar atrapados en la culpa y el resentimiento.
Incorporar el desarrollo del locus de control interno nos permite tomar acción sobre los acontecimientos, abandonando la creencia de que existe alguien o algo más culpable de la situación.
El secreto radica en darnos cuenta en qué lugar nos posicionamos (locus externo o interno) para acercarnos a una comprensión más completa sobre nosotros mismos.
De esta manera, una experiencia es, en realidad, una interpretación sobre algo que acontece en nuestra vida. Y, por lo tanto, la carga emocional que le atribuimos no es más que la forma en la que hemos percibido la situación.
Aceptar esta idea implica reconocer que somos protagonistas y aprender algo más de nosotros mismos.
Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de Youtube:
En este podcast Enric Corbera explica que el malestar no proviene de la situación en sí, sino de nuestra interpretación de ella. Nos invita a ver cada situación conflictiva como una oportunidad para conocernos mejor a nosotros mismos.
En este video David Corbera nos ofrece claves para identificar en qué aspectos de nuestra vida aún manifestamos una inmadurez emocional, con el objetivo de dejar de poner excusas y de juzgar a nuestros padres, practicar la aceptación y cultivar una mentalidad de aprendizaje.
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