La infidelidad en la pareja es un tema complejo que toca fibras profundas en nuestras relaciones y en cómo nos vemos a nosotros mismos. Más allá de ser solo una traición, representa una oportunidad para examinar nuestras creencias, patrones inconscientes y el lugar que el otro ocupa en nuestra vida.
En este artículo, exploraremos cómo la infidelidad puede revelar aspectos ocultos de nuestra psique y cómo, en lugar de victimizarnos, podemos optar por un camino de autoconciencia y crecimiento personal.
Se entiende por infidelidad al acto de mantener una relación afectiva y/o sexual con una persona, cuando estamos comprometidos con otra. Es la ruptura de un contrato o acuerdo entre dos partes.
Cada relación es única y exclusiva para quienes la conforman. Por ello, el sufrimiento causado por la infidelidad suele representar, simbólicamente, más de lo que implica el acto en sí mismo.
La forma de experimentar una infidelidad puede ser muy variada. Dependerá de la cultura, las creencias personales y familiares, las circunstancias específicas, la etapa en la que se encuentre cada persona y la propia pareja, y un largo etcétera.
Cada persona puede tener una idea particular de lo que considera infidelidad. Para algunos, solo ocurre si hay sexo, mientras que otros lo ven en simplemente imaginarse con otra persona.
El sufrimiento que causa depende del contexto cultural y psicológico de cada individuo.
Diversos estudios han abordado las causas de la infidelidad, así como la diferencia entre hombres y mujeres. No obstante, los motivos personales reales son mayoritariamente inconscientes.
Nuestros comportamientos son guiados por nuestros programas, nuestras creencias y nuestra educación. Si las causas fueran realmente motivos consistentes, ante una misma situación todo el mundo reaccionaría igual.
Por ejemplo, hay personas que son infieles y justifican este comportamiento en el hecho de que su pareja no desea tener relaciones íntimas. Sin embargo, otras se encuentran en la misma circunstancia y siguen siendo fieles.
El mayor conflicto de quien es infiel o sufre una infidelidad está en cómo se ve a sí mismo. Esta situación crea una incoherencia emocional que genera un dilema interno.
Así, podemos experimentar una infidelidad desde el victimismo o desde la conciencia. Podemos culpar al otro por nuestro sufrimiento o aprovechar la oportunidad para explorar nuestros propios patrones inconscientes.
En este punto uno puede empezar a preguntarse de forma honesta y reflexiva:
¿Qué es lo que más me duele de la infidelidad?
¿Cuál es el mayor miedo que me despierta: al abandono, a la soledad, al qué dirán, a empezar de nuevo?
¿Para qué vivo esta experiencia?
¿Qué me ha llevado a ser infiel o a vivir la traición por parte de mi pareja?
¿En qué me soy infiel a mí mismo?
En cualquier caso, el sufrimiento en una infidelidad está muy ligado al sentimiento de posesión. Esto provoca una sensación de carencia, como si se estuviera incompleto sin la otra persona.
Decía el autor húngaro Sandor Marai en su obra El último encuentro:
“¿Qué esperamos de la persona a quien amamos? (…) Cuando exigimos a alguien fidelidad, ¿es acaso nuestro propósito que la otra persona sea feliz? Y si no es feliz en la sutil esclavitud de la fidelidad, ¿amamos a la persona a quien se la exigimos?”
Cuando entramos en una relación, debemos recordar que ninguna de las partes está obligada a mantenerla para siempre. Aceptar esto es un acto de respeto hacia uno mismo y hacia el otro.
Negarlo es una señal de falta de amor propio.
«Cuando el amor es la norma, no hay voluntad de poder. Y donde el poder se impone, el amor falta.»
Carl G. Jung
Realmente no hay ninguna solución conductual que sea la adecuada. Ni tampoco ninguna errónea.
Habrá situaciones donde lo mejor será cambiar de pareja, en otras llevará a afianzar una relación. A algunos les ayudará a conocerse y para otros será la razón para desconfiar del mundo que les rodea.
Aceptar que somos responsables de nuestras experiencias y dejar de culpar a factores externos por nuestro sufrimiento puede generar cierto vértigo. Sin embargo, enfrentar ese miedo nos permite desarrollar la confianza de que la felicidad depende de nosotros mismos, no de lo que nos rodea.
La verdadera infidelidad es la infidelidad emocional que tenemos hacia nosotros mismos.
Toda experiencia que vivimos tiene una raíz profunda en nuestra historia personal y ancestral. Desde esta perspectiva, nuestra forma de experimentar una infidelidad tendrá una resonancia en nuestra historia familiar.
En el matrimonio o en cualquier relación de pareja se reflejan de forma cristalina las creencias personales y los aspectos de la familia que han sido escondidos o censurados. Pero el hecho de repetir circunstancias parecidas es una oportunidad para cerrar antiguas heridas y recuperar la lealtad hacia nosotros mismos.
Aunque cada persona puede encontrar razones para justificar su infidelidad, la verdadera causa suele ser inconsciente. De igual manera, quien sufre una infidelidad comparte ese mismo inconsciente con su pareja, aunque ambos lo experimenten desde polos opuestos.
«Tu tarea no es buscar el amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has construido contra él.»
Rumi
Cada experiencia, incluso la infidelidad, nos ofrece una valiosa oportunidad de introspección y sanación. No se trata de buscar culpables, sino de reconocer el reflejo de nuestras propias emociones y patrones heredados.
Al enfrentar estos desafíos, podemos liberar cargas inconscientes y reconectar con nuestra esencia, recordando que la verdadera lealtad es hacia nosotros mismos y nuestro bienestar emocional.
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En este pódcast, Enric Corbera habla sobre los celos, una de las causas de sufrimiento más habituales. En este capítulo entenderemos de dónde vienen, qué reflejan de nosotros y qué sentido biológico cumplen.
En este vídeo, David Corbera explica cómo los lazos afectivos y los apegos infantiles pueden influir en la infidelidad en la edad adulta.
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Yo no sé si en mis antepasados se dio esta situación, con mis padres no lo viví, ellos siempre fueron fieles el uno al otro, a mi cuando mi pareja me fue infiel, siempre negándolo por supuesto, intentando hacerme ver que eran cosas mías, veía cosas donde no eran…etc., lo que más me dolió no fue la infidelidad, y todos los intentos de hacerme creer que todo era cosa mía, a mi lo que de verdad me dolió fue la falta total de honestidad, porque yo sentí que no podía elegir si quedarme o irme, ya que frente a los demás yo parecía una loca inventándome las cosas. Cuando hice un trabajo en mi, de autoestima, fidelidad hacia mi misma (dándome igual lo que los demás hayan de decirme y importándome lo que yo siento)…hay fui consciente que podía haber elegido si hubiera estado fuerte mentalmente mucho antes. En definitiva somos nosotros mismos los que nos hacemos el camino difícil, para que esto no nos pase tenemos que volver a encontrarnos con nosotros mismos y fortalecer nuestro interior, y el trabajo más difícil perdonar y perdonarnos….
Muchas gracias, por este artículo que nos hacen reflexionar y crecer.
Totalmente de acuerdo en todo el texto. Cuando me encontré en una situación donde me fueron infiel me enoje muchísimo. con el paso de las semanas, observando la situación me di cuenta que hacia mucho tiempo que yo no me registraba a mi misma, yo no permitía amarme, escucharme, necesitaba parar para pensar y sentir y no lo hacia. También visibilice la historia de mi abuela materna quien vivió sistemáticamente infidelidad y nunca se revelo, el daño que hizo en mi madre y su vinculo con mi padre y como eso se manifestó en mi y en todas mis hermanas. A partir de ahí pude comunicarme con mi ex pareja sin rencor, revalorizarme, se hace habito encontrarme conmigo misma, pensar, sentir, respetarme las ganas de hacer o no algo, respetarme mis momentos. Siento que fue una oportunidad para vivir mejor, mas conectada, mas plena
Gracias Fernanda por tu comentario y por compartir la experiencia en el blog!
Antecedentes familiares, antecedentes en la persona, desviaciones en la conducta sexual, venganza injustificada, sentimiento de inferioridad inexistente, necesidad de libertad, morbosidad por el hecho de hacer algo “prohibido”, necesidad deleznable de ser descubierto/a, satisfacción o superioridad, posterior al descubrimiento, que otorga el PODER de negarlo o confesarlo dependiendo de la situación…todo esto y mucho más es desgraciadamente lo que aprendí de una infidelidad. Pero yo no quería saber nada de eso y quién me hizo partícipe tampoco pretendía que lo supiera, así que la conclusión es; …….