Existen investigaciones que sugieren que los órganos trasplantados pueden transmitir las experiencias y preferencias de los donantes a los receptores. Esta es la memoria celular.
Ello indica que las células podrían tener memoria emocional y que las experiencias podrían ser transmitidas y, por ende, persistir en el tiempo. Este artículo es un acercamiento al fascinante mundo de las herencias emocionales.
Según el estudio de pacientes que han recibido órganos trasplantados, especialmente de corazón, sus receptores pueden recibir información en forma de recuerdos, comportamientos, preferencias y hábitos asociados al donante.
Por ello se dice que las células tienen memoria, ya que el beneficiario puede adoptar determinadas características de la personalidad que solía tener el donante.
El Dr. Paul Pearsall, especialista en psiconeuroinmunología, miembro del equipo de trasplante de corazón de la Escuela de Medicina e investigador del Laboratorio de Sistemas de Energía Humanos, de la Universidad de Arizona, realizó una investigación sobre trasplante de órganos y memorias celulares.
Explicó que, en general, “se supone que el aprendizaje involucra principalmente al sistema nervioso y, en segundo lugar, al sistema inmunitario”.
Por eso no se esperaba que los pacientes que reciben trasplantes de órganos periféricos experimenten los mismos cambios de personalidad. Pero cuando eso sucedió lo atribuyeron al uso de medicamentos inmunosupresores, al estrés psicosocial o a una psicopatología preexistente.
Sin embargo, y basándose en la Teoría de los sistemas vivos, Paul Pearsall postula que “todas las células vivas poseen memoria y subsistemas funcionales que deciden dentro de ellas”.
En su libro “El código del corazón», el Dr. Paul Pearsall cuenta la historia de 73 pacientes trasplantados de corazón y de 67 receptores de otros órganos que sustentan los hallazgos encontrados en su investigación: en un trasplante se transmite la memoria celular del donante.
Uno es el de los cambios que experimentó Claire Sylvia después de recibir un corazón. Sus gustos alimenticios, estilo de baile y sueños comenzaron a relacionarse con la vida del donante.
En esta misma línea, Charlotte Valandrey cuenta: “Tras el trasplante de corazón me cambiaron los gustos y empecé a tener una pesadilla recurrente, cada vez más precisa, más detallada”. Y no sólo eso, más tarde mantuvo una relación con el marido de la mujer que le donó el órgano.
«Información y energía son la misma cosa. Todo cuanto existe tiene energía, la energía está llena de información y la energía almacenada conforma la memoria celular»
Paul Pearsall
Diversas teorías, tanto en el campo de la biología como de otras ciencias, explican que los sistemas vivos son, por su propia naturaleza, manifestaciones de energía que contienen información (memoria) de lo que son y de cómo funcionan. Incluso los organismos unicelulares más simples recuerdan cómo moverse, encontrar alimento, aparearse y evitar a los depredadores.
Esta noción está en línea con el principio de la física que sostiene que «la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma».
Además, estas teorías sugieren que las memorias de experiencias y emociones pueden ser transferidas no solo a quienes comparten un órgano trasplantado, sino también a las siguientes generaciones, tal como lo indica la epigenética conductual.
Otro estudio sugiere que las medidas o patrones neuronales asociados a una experiencia emocional pueden permanecer en el tiempo y afectar la manera en que el cerebro codifica y almacena información.
En otras palabras, una experiencia emocional previa puede influir en cómo el cerebro procesa y recuerda información nueva.
Las emociones que hemos vivido pueden tener un efecto duradero, lo que puede impactar en nuestra forma de ver el mundo y de interactuar con él.
Por ejemplo, si alguien tuvo una experiencia traumática de niño, puede ser más propenso a recordar esa experiencia de manera negativa y a interpretar situaciones similares como si fueran amenazantes. Por lo mismo, la persona puede sentirse ansiosa o asustada sin una razón aparente.
Cuando nos enfrentamos a situaciones de crisis es importante permitirnos sentir nuestras emociones, sin que ellas dominen nuestro día a día. Tomar distancia emocional para poder observarlas de forma más objetiva nos permitirá recuperar el control.
Al comprender el origen emocional de nuestros conflictos, podemos transformar la percepción de nuestras experiencias y ese cambio de visión también afectará nuestras decisiones, conductas y relaciones.
Nuestra nueva perspectiva y actuar en coherencia nos ayudará a convertir las crisis en oportunidades de aprendizaje, e impactará en la memoria celular.
La Bioneuroemoción propone la toma de conciencia como medio para modificar nuestra interpretación de los hechos. El método nos ayuda a identificar los motivos inconscientes detrás de nuestras reacciones emocionales, de tal manera que podamos volver a elegir de forma más consciente quiénes queremos ser ante las experiencias que se nos presenten y, así, desarrollar nuestra libertad emocional.
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Enric Corbera explica en este podcast cómo heredamos información de nuestras familias en forma de programas que dirigen nuestra vida. Tomar conciencia de esta información inconsciente nos permite trascenderla y vivir con mayor libertad.
Con ejemplos en vivo en este video, David Corbera habla sobre cómo las experiencias de nuestra familia pueden afectar nuestra personalidad y cómo podemos aprender de nuestro entorno familiar.
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