Comunicar y hablar no es lo mismo. La comunicación engloba muchos más aspectos, como el saber escuchar, el lenguaje verbal y el no verbal.
Es importante reconocer que todo comportamiento comunica algo, y muchas veces lo que decimos no concuerda con nuestro lenguaje corporal. Tener esto en cuenta nos ayudará a ser más congruentes con el mensaje que realmente queremos emitir.
En este podcast, el docente Curro Aguilar expone las competencias necesarias para establecer una comunicación emocional eficaz con la pareja y mantener una relación saludable y equilibrada.
En este video David Corbera explica que para estar en sintonía con la vida es necesario aprender a escucharnos y cooperar con cualquier circunstancia que vivamos para poder usarla en favor de nuestro aprendizaje.
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Hablar o emitir palabras es algo que hacemos habitualmente, la cuestión es: ¿Siempre que hablamos conseguimos comunicarnos?
Creemos que pronunciar palabras es comunicarnos con el otro, sin embargo la verdadera comunicación va más allá del verbo. Podemos repetir frases, insistir en argumentos, intentar explicarnos y, sin embargo, no conseguir comunicar lo que queremos transmitir.
Esta situación puede generar sentimientos de frustración, malentendidos y sufrimiento, afectando a la calidad de nuestros vínculos en diferentes áreas de la vida, como pueden ser la pareja, los hijos, los amigos, la familia o las relaciones laborales, entre otras.
El proceso comunicativo se compone de lenguaje verbal y no verbal. Entendiendo por verbal, a la comunicación escrita o comunicación oral.
El lenguaje no verbal hace referencia a la intensidad de la voz, el volumen, el ritmo, la postura y los gestos. Hay múltiples estudios que indican que la mayor parte del significado de la comunicación reside en el lenguaje no verbal.
Tal es el caso de Albert Mehrabian, profesor emérito en Psicología de la Universidad de UCLA, que en sus investigaciones demostró que el 55 % del impacto en la comunicación cara a cara, fue determinado por el lenguaje corporal.
Por eso es fundamental comprender que todo comportamiento comunica algo, incluso el hecho de callar.
La función primordial que desempeñan tanto el lenguaje en sí, como el uso que hacemos de las palabras, afecta nuestra capacidad de ser compasivos.
La comunicación con uno mismo es fundamental, puesto que si no sabemos escucharnos, menos podremos expresar a los demás acerca de nuestros deseos, necesidades u opiniones.
Para esto podemos desarrollar el hábito de observar nuestros pensamientos con una mente inocente y reconocer lo que nos gusta, como también lo que rechazamos.
Por ejemplo, ante una misma experiencia existen muchas formas de responder, y un modo de reconocer el impacto del diálogo interno es observar cómo nuestro comportamiento se ve afectado por la forma en la que nos hablamos. Es decir, lo que nos decimos con respecto a lo que nos sucede y notar si eso que pensamos nos impulsa o nos detiene.
Sabemos que para escuchar a los demás se requiere de atención, pero para aprender a escucharnos, se necesita algo fundamental, ser completamente honestos y una dosis de compasión. Para atrevernos a aceptar la realidad sin que esto nos desaliente y valoremos nuestras experiencias, evitando juzgarlas como buenas o malas.
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Un claro ejemplo de observación del diálogo interno como proceso de autoindagación, son las experiencias de Neale Donald Walsch, autor del libro Conversaciones con Dios, cuyo primer volumen apareció en 1995.
Al principio del libro relata su proceso personal, diciendo que empezó a escribir en un momento de su vida en el que “se sentía profundamente infeliz, personal, profesional y emocionalmente”.
Él sentía que su vida era un fracaso en todos los niveles y desde su posición de víctima comenzó a redactar sus quejas directamente a “ la fuente”, es decir, a Dios. Escribió una especie de “carta rencorosa, apasionada, llena de confusiones, deformaciones y condenas. Y un montón de enojosas preguntas”.
Este diálogo, se caracteriza por interrogantes acerca de sus inquietudes que, para su sorpresa, eran respondidas por una voz interna.
Esas respuestas fueron atribuidas por el autor a una sabiduría amorosa e inteligencia superior, a Dios. Un Dios que habita en nuestro interior y es parte de nuestra vida, noción que dista mucho de las enseñanzas impartidas en el hemisferio occidental.
En su momento, este planteamiento generó controversia y prejuicios. Sin embargo Neale D., encontró en esa experiencia, una nueva forma de relacionarse con él mismo y con “Dios”. Una que lo alentaba a perdonarse a sí mismo y a dejar de vivir en el temor o la culpa, otorgando un mayor sentido a su vida y paz a sus experiencias.
“Ciertas formas de comunicación, como los juicios moralistas, nos alejan de nuestro estado natural de compasión o solidaridad”.
Marshall B. Rosenberg
Todos podemos hablar, es decir compartir información, sin ningún otro fin de por medio. Pero en el proceso de comunicación es preciso que nuestro mensaje se comprenda e incluso que podamos reconocer desde qué lugar nos comunicamos y con qué emoción e intención lo hacemos. De tal forma que exista coherencia entre lo que decimos, sentimos y hacemos.
«En tus más profundos sentimientos se oculta tu más alta verdad».
Neale Donald Walsch
Neale D. nos comparte que para él, parte de la comunicación se basa en la expresión de los sentimientos, ya que actúan como mensajeros del corazón. Él considera que “el sentimiento es el lenguaje del alma”. Y que si quieres saber hasta qué punto algo es cierto para ti, solo debes prestar atención a cómo te sientes al respecto.
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A veces las palabras resultan el medio de comunicación menos eficaz. Esto sucede porque los mensajes que recibimos pasan por el filtro de la percepción, de las experiencias y/o cultura en que nacimos. Otorgando a lo que escuchamos o vemos, nuestras propias interpretaciones.
Y la verdad es que entre todas esas variantes, fácilmente caemos en malos entendidos. Por eso el autor de Conversaciones con Dios, nos sugiere guiarnos más por nuestra intuición, que aprendamos a escuchar nuestros estados emocionales y sustituyamos la palabra hablar por comunicar, de tal manera que dejemos las palabras en el ámbito de los símbolos.
Es seguro que en algún momento de nuestras vidas, hayamos experimentado el no entender a otro, o el que no nos comprendan.
Los seres humanos tenemos ciertas limitaciones a la hora de comunicarnos, tanto con el exterior como con nosotros mismos. Conflicto que se agrava por la falta de empatía y las diferencias educativas que recibimos.
A la hora de transmitir el mensaje, tendemos a omitir o distorsionar la información en nuestra comunicación verbal, sobre todo cuando queremos hablar de una situación que nos resulta estresante y esto lo hacemos como una forma de defensa, en muchas ocasiones de forma inconsciente.
Como resultado, no nos mostramos auténticos y nuestro lenguaje no verbal muestra la incoherencia en la que vivimos. Así, la verdadera comunicación no se puede producir, pues ni siquiera estamos comprendiéndonos a nosotros mismos.
No se nos enseña a escuchar y escucharnos realmente y tampoco a comprender nuestros estados emocionales, lo cual es imprescindible para comunicarnos de forma coherente con lo que somos y sentimos.
La Bioneuroemoción es un método que nos ayuda a conocernos en profundidad, comprendiendo el origen de nuestras experiencias emocionales y conflictos, y nos aporta recursos que nos permitirán gestionarlos con mayor empoderamiento y responsabilidad.
Aprender a escucharnos y gestionar nuestros estados emocionales nos permite mejorar nuestra manera de comunicarnos con los demás en todos los ámbitos de la vida.
Cuando no solo hablamos, sino que realmente logramos comunicar, establecemos relaciones más satisfactorias, equilibradas y sanas. Somos más auténticos, más empáticos, más eficaces y, en definitiva, nos sentimos mejor a todos los niveles.
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