El psiquiatra español Jordi Domingo viene trabajando con un concepto y una práctica sencillos, pero extraordinarios: la medicina del amor. Sostiene que es fundamental para mejorar nuestras relaciones y nuestro estado de salud.
La ciencia ya demostró que los estados emocionales transforman nuestro estado físico, alterando el funcionamiento hormonal y cerebral. Por tanto, podemos decir que el amor (o su ausencia) tiene la capacidad de afectar la salud de nuestro cuerpo.
¿Cuánto influye el amor propio en nuestro bienestar físico y emocional?
Nuestro cuerpo es un sistema bioquímico que funciona como una máquina compleja de partes interconectadas. Los desarreglos emocionales, en combinación con otros factores, pueden dar lugar a patologías físicas o mentales que, en ocasiones, se resuelven únicamente con tratamientos farmacológicos.
La combinación de la medicina y un acompañamiento emocional adecuado del paciente es una propuesta que cada vez se tiene más en cuenta para ofrecer un tratamiento completo.
El psiquiatra biologista conductual Jordi Domingo fundó el servicio de psiquiatría del Hospital General de Catalunya y del Centro Médico Delfos de Barcelona. Es presidente y director médico de la Fundación Nepp que ofrece servicios de psiquiatría, psicología, neuropsicología y atención sanitaria.
Viene trabajando también en Haití, Guinea Ecuatorial, Mozambique y otros países con la creación de hospitales y orfanatos. Empezó a ir a África como psiquiatra voluntario: “En Guinea Ecuatorial trabajé en la leprosería de Micomeseng. Me acercaba a ellos, les acariciaba y se les iluminaba la cara; había leprosos a los que hacía cuarenta años que nadie tocaba”.
Domingo asegura que todos distinguimos el verdadero amor, incluso los enfermos más graves y medicados.
El Dr. Domingo cree que para ser psiquiatra, además de ser médico, hay que buscar otros recursos para ayudar a los enfermos. Por eso dice: “Puedo asegurar que curo más con el amor que con los fármacos, así que combino ambas cosas”.
También sostiene que la sociedad no promueve los valores humanos. Es más, considera que nuestro sistema de vida no fomenta el interés por la propia alma sino que está focalizado en lo material, cuando en realidad “nacemos con la felicidad dentro”. Al crecer la buscamos fuera y poco a poco “vamos apagando la satisfacción de dar lo que tenemos”.
Lo que nos da verdadera alegría es dar, sin más; ofrecer a otro lo que tenemos, sea quien sea. Sin embargo, dejamos de hacerlo cuando esperamos que alguien en concreto nos devuelva algo o cuando sólo queremos dar a una persona en particular.
Allí, nuestro foco está puesto en nuestras carencias (que creemos que el afuera debería resolver) y no en la abundancia que tenemos para ofrecer.
«Dar produce más felicidad que recibir, no porque sea una privación, sino porque en el acto de dar está la expresión de mi vitalidad.»
Según Jordi Domingo, “necesitamos ser amables con los demás, poner en práctica nuestra generosidad, paciencia y capacidad de comprensión”. Lo que damos repercute en nosotros, siempre y cuando no esperemos que nos sea devuelto.
“La mejor medicina para acabar con la propia ansiedad o depresión es dar amor, a tus plantas, a tu perro, a tu gente… y, si puedes, a todo aquel con quien te cruzas. Pero dar amor para recibir amor es un contrato”, agrega el psiquiatra catalán.
El secreto es comprender que la verdadera generosidad es ofrecer gratuitamente lo que tenemos. Ahora bien, ¿qué dice de mí cuando me decepciono por la indiferencia o la supuesta ingratitud del otro?
Puedo aprovechar esa circunstancia para indagar en mis propias carencias y mi falta de amor propio. Y luego irme en paz de ese lugar.
“La clave está en potenciar tu alma, la capacidad de amar y de dar”, afirma el Dr. Domingo. Él lo practica en el mismo ámbito donde ejerce como médico: “Yo quiero a mis enfermos, tengo 55.000 historias abiertas, e intento curarlos con pastillas, con psicología y con amor”, dice.
Es saludable y beneficioso tener la misma sensación de plenitud al dar y al recibir.
Desde la perspectiva de la conciencia de unidad la separación es ilusoria y, por lo tanto, no existe diferencia entre uno mismo y todo lo que nos rodea. Dar y recibir, entonces, se convierte en lo mismo.
“Al final, sólo se tiene lo que se ha dado”
Isabel Allende
La resonancia y la complementariedad con ciertas personas es posible gracias a esta interconexión con nuestro entorno. No obstante, ser altruista en exceso puede ser una máscara perfecta para no conectar con nuestras necesidades más profundas.
Cuando comprendemos esto, las relaciones se vuelven una oportunidad para integrar todos los aspectos de nuestro ser y darnos el permiso para ser quienes somos. Tal como sostiene el psiquiatra Jordi Domingo, el amor es la pauta para sanar, afrontar las dificultades cotidianas, crecer y recuperar la felicidad innata que todos poseemos.
Así, la comprensión y compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás dan paso al auténtico amor. Este amor es el que nos ayuda a vivir plena y saludablemente.
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