La epigenética muestra que no solo heredamos rasgos físicos, sino también patrones de comportamiento y respuestas emocionales. Esta disciplina nos ayuda a entender cómo las experiencias de vida y los factores ambientales pueden influir en nuestra salud y la de las futuras generaciones, abriendo puertas a novedosos enfoques para el bienestar personal.
En esta nueva mirada, nuestro material genético deja de ser algo estático y determinante. Ahora sabemos que cambia en función de cómo abordamos la vida.
A finales de los 90, el Proyecto Genoma buscó codificar la secuencia del ADN humano para conocer el origen de las enfermedades, entre otros objetivos. Los resultados no cumplieron con las expectativas, aunque se instaló la creencia de que nuestra biología respondía a una herencia predeterminada.
Con el tiempo, la investigación genética se fue expandiendo e incluyó a la epigenética.
Cada vez es más reconocido el impacto del estilo de vida y del medioambiente en la salud y en su transmisión intergeneracional. En ese marco, la epigenética es un campo de la biología que estudia los cambios en la expresión génica que no se deben a alteraciones en la secuencia de ADN sino a factores ambientales.
“La epigenética puede ser fundamental en varias enfermedades, desde enfermedades cardiovasculares y cáncer, hasta trastornos neurodegenerativos y del desarrollo neurológico. Las modificaciones epigenéticas son potencialmente reversibles y podrían proporcionar nuevas vías terapéuticas para tratar estas enfermedades utilizando moduladores epigenéticos”, sugieren estos autores.
Esta confirmación por parte de la epigenética es una buena noticia debido a que el medio ambiente y el entorno familiar, social y cultural pueden modificarse. Se abre, así, una ventana de posibilidades para que la persona influya en su propio bienestar.
Uno de los mecanismos fisiológicos que más influyen en cómo se expresan los genes es la metilación.
Es un proceso químico capaz de «apagar» la expresión de un gen, como si fuera un interruptor. Esto significa que, en condiciones normales, un gen actuaría realizando cierta función, sin embargo, en presencia de la metilación, se inactiva.
Esta modificación química se da en respuesta a un ambiente determinado, como, por ejemplo, un cambio de hábitos relacionado con la alimentación, con el ejercicio físico, etc. Y, también, con los cambios en nuestros estados emocionales.
Esto fue demostrado en un revolucionario estudio por el neurocientífico canadiense Michael J. Meaney. Él constató cómo el grado de atención materna impactó en la metilación de los genes de dos grupos de ratas (las que recibieron atención materna mostraron una expresión genética diferente de las que no).
Posteriormente, Meaney y sus colegas encontraron una correlación entre historias de abusos y el aumento de la metilación.
El proceso de metilación explica por qué algunas personas, a pesar de tener genes que las predisponen a padecer cierta enfermedad, nunca la desarrollan.
«No existen los factores genéticos que puedan ser estudiados independientemente de su ambiente y no hay factores ambientales que puedan ser estudiados independientemente de su genoma. Un atributo emerge solamente de la interacción del gen y del ambiente.»
Michael J. Meaney
El médico y genetista español Manel Esteller es reconocido a nivel mundial por sus innovadoras investigaciones sobre epigenética y enfermedades humanas. Sus aportaciones llevaron a revisar y mejorar los paradigmas científicos vigentes, ya que demostró la importancia de los factores externos en la alteración de la expresión genética.
“La influencia de los genes en las enfermedades es solo del 10% (…) los genes son solo parte de nuestra historia”, afirmó el Dr. Esteller. También constató cómo las modificaciones epigenéticas del material hereditario pueden influir en el envejecimiento y el cáncer.
La buena noticia que confirman las investigaciones pioneras de Michael J. Meaney y de Manel Esteller, entre otros, es que tener ciertos genes relacionados con enfermedades concretas no implica que, necesariamente, las vayamos a desarrollar.
“La epigenética es lo que hace que dos personas con el mismo material genético, como los gemelos idénticos, sobre todo si viven separados, se vayan pareciendo menos cuando crecen y que desarrollen enfermedades distintas. Esto se debe a marcas químicas que se añaden a los genes en función del estilo de vida”, explicó el Dr. Esteller.
Los cambios epigenéticos pueden abarcar hasta tres generaciones de una misma familia, “incluso durante más tiempo si las condiciones que los han originado perduran. Los cambios genéticos son permanentes, los epigenéticos son una especie de periodo de pruebas”, concluyó Esteller.
Según la epigenética del comportamiento o conductual, las experiencias traumáticas pasadas o de los antepasados recientes dejan cicatrices moleculares que se adhieren al ADN.
“Las marcas de metilación se mantienen tras la división celular, lo cual constituye un mecanismo de ‘memoria’ que contiene información acerca de los genes que han sido expresados o no”, sostiene esta publicación.
Esta disciplina nos ofrece una nueva perspectiva para entender cómo heredamos la información emocional de las experiencias de nuestra familia. Muestra que, además de los rasgos físicos, también heredamos patrones de comportamiento, creencias y conflictos.
Todo esto influye en nuestra forma actual de percibir y experimentar la realidad. Comprenderlo es clave para tomar conciencia de nuestra información y elegir cómo queremos vivir nuestra vida.
«Las percepciones no solo controlan el comportamiento, también controlan la actividad genética.»
Bruce H. Lipton
El origen de los conflictos que experimentamos está en las experiencias que hemos vivido, principalmente durante la infancia. Pero también en los sucesos que marcaron el embarazo de nuestra madre, nuestra concepción e incluso las experiencias de nuestros ancestros.
En este sentido, la epigenética refuerza la importancia de indagar la relación de la historia familiar con los conflictos que se viven en la actualidad. Estas emociones, traumas, creencias y bloqueos heredados siguen congelados y necesitan ser trascendidos. Necesitan que tomemos acción.
Es importante comprender que, del mismo modo que la metilación se produce como resultado del estrés, también se puede dar el proceso inverso: podemos superar los traumas a través de nuevas experiencias y soluciones.
Al reconocer nuestra capacidad de modificar la información epigenética, comprendemos que no heredamos esta información como un castigo, sino para poder trascender los conflictos y evolucionar.
Las investigaciones sobre epigenética nos muestran que cambiar de ambiente y de percepción puede influir en nuestro estado físico y anímico. Lo que hacemos habitualmente puede activar o desactivar genes y con ello, enfermarnos o vivimos una vida de calidad.
O sea, depende de lo que hagamos cada uno de nosotros, no únicamente de nuestros genes.
¿Te atreves a transformar tu vida al punto de modificar la información genética que heredarán tus descendientes?
Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de YouTube:
En este podcast, David Corbera explica de qué forma heredamos los traumas y la importancia que tiene el ser capaces de conectar con esas heridas para transformar nuestra vida.
En esta conferencia, a través de casos en directo, Enric y David Corbera presentan pautas para comprender mejor nuestro origen y recuperar la capacidad de elegir quiénes ser y qué vida queremos vivir.
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