Lo que llamamos ansiedad y estrés es un conjunto de respuestas fisiológicas a un estímulo. Los tipos de estrés se basan comúnmente en las causas que lo generan: a veces es un impacto inesperado y otras veces es de baja intensidad, pero de larga duración.
No obstante, lo que no se suele tener en cuenta es que lo que en realidad acentúa el estrés es la creencia de que necesariamente es algo negativo y, sobre todo, que no se puede con él.
La propuesta de la Bioneuroemoción es ir a la raíz de estas creencias para cambiar nuestra percepción sobre el estrés y recuperar el control de nuestra vida. ¿Cómo podemos hacerlo?
¿Sabías que lo que piensas acerca del estrés determina el efecto que tiene sobre tu organismo? En tal sentido, el estrés no siempre es algo negativo.
Por eso, ante cualquier conflicto, es fundamental considerar el factor emocional relacionado con cómo percibimos el mundo y cuál es nuestra actitud frente a las dificultades.
«La intensidad de la angustia es proporcional al significado que la situación tenga para la persona afectada, aunque ella ignore esencialmente las razones de su ansiedad.»
Desde el momento en que comprendemos que el estrés no “es culpa” de nada externo ni de nuestra personalidad, podemos disminuir su impacto. Ofrecemos tres simples estrategias que pueden ayudarnos a abordarlo desde la mirada de la Bioneuroemoción.
Cualquier organismo biológico responde al entorno para adaptarse a él.
Por ejemplo, la gacela que está en medio de la sabana responde al estrés que le supone detectar un león que se acerca. En su huida aumenta su frecuencia cardíaca y su capacidad respiratoria, sus linfocitos (células de defensa) aumentan, etc.
Y cuando ha despistado al león recupera los valores normales de su organismo.
Los seres humanos, sin embargo, después de una experiencia estresante, solemos quedarnos pensando “casi me alcanza”, o seguimos corriendo por si acaso, o cualquier otro proceso de pensamiento que continúa conectándonos con lo vivido.
Al mantener la mente en la experiencia, nuestro organismo sigue dando una respuesta fisiológica como si aún estuviéramos en la situación de estrés. Tomar conciencia del origen de nuestra respuesta es el primer paso para que nuestro cuerpo pueda recuperar el equilibrio.
Dejar ir aquello que activó la respuesta de estrés en nosotros es tan importante como no recrear dicha situación en el futuro. El estrés sólo tiene utilidad biológica en el ahora.
Para el inconsciente, lo real y lo simbólico es lo mismo, por eso las personas podemos experimentar una respuesta fisiológica de estrés con sólo imaginar una situación.
Por ejemplo, si nuestro hijo adolescente dijo que regresaría a las 2 de la madrugada, son las 4 y no llega, no contesta al móvil y su última conexión fue hace más de tres horas, empezamos a tener la misma respuesta que la gacela frente al león.
Observar nuestros pensamientos, es decir, nuestra interpretación de aquello que pasa, es fundamental para comprender que somos partícipes de nuestra ansiedad. Al creer que nuestros pensamientos catastróficos son verdad, nuestro cuerpo se activa para salvarnos.
Por eso, cuando nos sentimos ansiosos podemos observar qué nos estamos diciendo y explorar si eso ya nos lo hemos dicho anteriormente.
Se trata de prestar atención a este bucle comunicativo sin participar de él, como quien observa una conversación de dos extraños. Indagar qué podemos identificar de nosotros en ese discurso interno nos puede ayudar a desarmar esa conducta repetitiva.
La información contenida en nuestro inconsciente se manifiesta constantemente en la realidad que vivimos. Frecuentemente, algo nos produce estrés porque nuestros ancestros vivieron situaciones por las cuales su organismo necesitó un estado de emergencia similar para adaptarse.
Esto implica que experimentamos la misma reacción sin estar en situación de supervivencia. Aunque el escenario sea completamente distinto nuestra respuesta se corresponde con la misma emoción que ellos vivieron.
No es una respuesta inadecuada, sino descontextualizada. Esto es más fácil de ver en las situaciones donde nos estresamos de forma aparentemente desproporcionada.
Por ejemplo: Nuestra pareja hace un viaje sola y no podemos evitar pensar que nuestra relación está en peligro, pensamos que puede irse con otra persona.
Sería interesante observar si algo que sucedió en las parejas de nuestros antepasados se relaciona simbólicamente con esta situación. Podría ser que el abuelo fue a la guerra y no volvió, que se fue con su amante y dejó sola a la abuela con sus hijos, etc.
Para salir de esas conductas hay que preguntarse ¿en qué momento de la historia de mi familia ese comportamiento sí pudo haber sido de utilidad? ¿Es útil para mí hoy en día?
Tras tomar conciencia de ello se pueden utilizar las ventajas que aporta y desechar lo demás desde el agradecimiento.
Lo que constantemente nos decimos tiene que ver con nuestras creencias y nuestros valores, que proceden mayormente de nuestras herencias emocionales y de las experiencias de la infancia con nuestra familia.
El poder de la mente es ilimitado, la propuesta de la Bioneuroemoción es trabajar sobre nuestras percepciones acerca de lo que sucede y del propio estrés.
Transformar la manera en la que percibimos las situaciones de dificultad y nuestra capacidad para afrontarlas, influirá en las acciones y en las decisiones que tomemos a partir de esa nueva percepción.
«Si corriges tu mente, el resto de tu vida se armonizará»
Lao Tsé
Comprender cómo funcionan los procesos internos que disparan el estrés y la ansiedad nos permite, por una parte, identificar el origen de cualquier reacción propia que sea desproporcionada o disfuncional. Y, por otra, transformar nuestros pensamientos y nuestra mirada para afrontar cualquier circunstancia con más claridad, coherencia y libertad emocional.
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A partir de ejemplos y casos prácticos, Enric Corbera nos muestra en este video cómo podemos usar cada situación de estrés para desarrollar la conciencia de unidad y recuperar el poder sobre nuestro bienestar.
A través de una sesión de Bioneuroemoción, en este vídeo David Corbera nos muestra cómo la manera de gestionar el estrés repercute en la salud y el bienestar de cada persona.
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