No es sencillo, pero ¿es posible vivir un amor sano en pareja?
El amor, en su forma más pura, es un acto de libertad y de autoconocimiento. Más allá de las mariposas en el estómago o los momentos efímeros de felicidad, construir una relación sana requiere introspección y un verdadero entendimiento de uno mismo.
¿Estás dispuesto/a a realizar este viaje personal profundo para descubrir un amor que no solo transforme tus relaciones, sino también tu propia vida?
El enamoramiento tiene múltiples beneficios. Produce y libera endorfinas, mejora nuestra autoestima, e incluso aumenta los niveles de estrógeno, consiguiendo que nos veamos mejor y nos sintamos más felices.
Pero, en el proceso de una relación, con sus luces y sus sombras, puede surgir la pregunta: ¿estamos con quién debemos estar?
Para contestarnos esta pregunta es fundamental partir de un proceso de indagación personal donde podamos observar qué tipo de vínculo hemos establecido y hasta qué punto es sostenible con el paso del tiempo.
Todo el mundo conoce el concepto amor, pero cada uno lo construye desde su propia realidad interior. Por ejemplo, hay muchas conductas consideradas románticas que en realidad reflejan dependencia y baja autoestima.
El amor no entiende de exigencias ni sacrificios, los actos y las conductas que se hacen desde el amor surgen de forma natural y coherente.
No se trata de no pensar en la felicidad del otro, se trata de hacerlo sin olvidarnos de nosotros mismos. Para amar de verdad, es imprescindible amarse de verdad.
«La relación más importante que jamás tendrás es la relación contigo mismo»
Steve Maraboli
Es un estado en el que haces libres a los que están a tu lado, en el que te relacionas sin expectativas ni demandas. El amor es vivir sin apego, es aceptarse a uno mismo incondicionalmente y comprender la belleza que contiene cada ser.
Cuando amas todo lo que te rodea, es porque te amas a ti mismo.
Desarrollar una relación saludable basada en las premisas de lo que significa el verdadero amor te plantea los siguientes desafíos:
Lo hemos vivido todos. Conocemos a alguien y tenemos una sensación en el estómago, como si tuviéramos mariposas, y le decimos a la amiga o al amigo: “Me acabo de enamorar”.
La mente necesita ponerle una etiqueta a la sensación física. Aquello que nos enamora y que “no tiene explicación” está en relación directa con nuestros programas inconscientes.
Decimos que nos enamoramos cuando resonamos profundamente con la información de otra persona. Nos juntamos con esa persona para desarrollar aquellos aspectos que necesitamos para completarnos.
Sin embargo, precisamente esos aspectos que inicialmente nos enamoran pueden ser los que más adelante nos molestan. La locuacidad acaba siendo juzgada como verborrea, la firmeza como frialdad, el intelectual termina siendo un “sabelotodo” y el que nos atraía por su ternura ahora lo juzgamos como débil.
Esto se produce porque no acabamos de integrar esa faceta en nosotros y la juzgamos.
Veámoslo con un ejemplo. En la medida que yo integro la energía firme de mi pareja y pongo límites más claros (en mi vida, no solo con ella), entonces dejo de juzgarla cuando ella aplica esa energía.
Vayamos más allá. Si yo integro esa energía, dejo de poner en el otro la responsabilidad de asumir ese rol en mi vida, porque dejaré de «necesitar a otra persona». Podré usar mi propia cualidad de firmeza, de ternura, o de lo que sea, siempre que lo necesite.
Esto da espacio al otro para que también evolucione, porque no le estamos asignando un rol predeterminado.
Tomar conciencia de esto no significa tener que dejar a la pareja. Al contrario, podemos optar por evolucionar con ella.
Prestar atención a si lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos va en la misma dirección es la fuente del amor propio. Esto implica evitar hacer cosas que no quisiéramos hacer, solo por complacer al otro. O no hacer algo que sí deseamos hacer, solo porque creemos que, así, el otro va a querer estar con uno.
Es importante darnos permiso para seguir siendo nosotros mismos, compartiendo la vida al lado de alguien que, a su vez, se da permiso para seguir siendo él o ella misma. Así, cada uno sigue creciendo como individuo y evoluciona en pareja.
Para revisar nuestra verdadera motivación podemos preguntarnos: ¿Qué es una pareja para mí? ¿Para qué quiero una pareja: para no estar solo/a, para no aburrirme o para tener a alguien que me cuide?
Cuestionarnos para detectar nuestras propias incoherencias nos permite dejar de querer cambiar al otro y centrarnos en nuestra propia evolución.
Situaciones como no superar una ruptura, no encontrar pareja o no atreverse a establecer un compromiso son reflejo de una información inconsciente que busca ser comprendida. Si esperamos que la otra persona llene nuestras carencias, seguiremos con ella. Y cuando no la tengamos vamos a sufrir.
En cambio, si la persona que está a nuestro lado nos complementa, la veremos como alguien que nos enseña algo que tenemos que aprender e integrar. Entonces, la percibimos como nuestra bendición y no nuestra desgracia.
Cuando vivimos desde la conciencia de unidad dejamos de vivir en la proyección para empezar a vivir en la extensión. Es decir, comprendemos que no hay dos, sino una unidad que se complementa. Siempre estamos frente a nosotros mismos. De esta manera podemos dejar de ser lo que pensamos que somos para darnos la oportunidad de ser lo que realmente somos.
Cuando nos enamoramos lo primero que deseamos es poseer al otro. Y cuando creemos que lo poseemos, empezamos a tener miedo a perderlo.
Allí, nos descubrimos posesivos. Esa es la primera muestra de la carencia de amor hacia uno mismo.
“Las personas que disfrutan relaciones satisfactorias y estables son seres equilibrados. No andan en busca de alguien que ‘llene un hueco’. Reconocen su propia valía.”
Sue Gerhardt
El amor más libre es vivir con alguien el momento presente, sin rencores por el pasado, ni miedos por el futuro. Nos permite sentir gratitud hacia la otra persona por compartir la vida y ayudarnos a conocernos mejor a nosotros mismos.
No hay pareja ideal, a lo que podemos aspirar es a relacionarnos desde ese amor propio que nos permite experimentar y ofrecer libertad y crecimiento mutuo. El profundo amor a uno mismo y a la propia historia es la base del amor sano en pareja.
¿Estás dispuesto/a a realizar este viaje personal para descubrir un amor que no solo transforme tus relaciones, sino también tu propia vida?
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En este pódcast, Enric Corbera muestra cómo, a través de la pareja, podemos experimentar distintas situaciones que nos ayudan a conocernos a nosotros mismos y a trascender nuestras proyecciones.
La manera que tenemos de ver y experimentar el amor en pareja está cargada de creencias y aprendizajes que pueden impedirnos establecer relaciones saludables. En este directo, David Corbera realiza casos y comparte reflexiones que pueden resonar en tu propia situación personal.
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