¿Alguna vez te has sentido atrapado en una situación que te provoca dolor y no encuentras la forma de salir? La inversión de pensamiento puede ser la clave para transformar esa sensación de impotencia en un motor de cambio profundo y liberador.
Esta herramienta poderosa nos permite cambiar nuestra perspectiva sobre los problemas, dejar de sentirnos víctimas de las circunstancias y asumir nuestra responsabilidad. Y, en última instancia, transformar un sufrimiento que nos estancaba, en una solución.
Es una práctica sencilla y compleja a la vez. La inversión de pensamiento implica dejar de señalar la responsabilidad en el otro para reconocerla en uno mismo.
Buscar culpables es un recurso común, sobre todo cuando nos sentimos afectados por una situación que aparentemente está fuera de nuestro control. A su vez, la inversión de pensamiento no es un proceso automático, requiere de un ejercicio consciente de reflexión y autoconocimiento.
En lugar de buscar culpables o sentirnos víctimas, nos propone mirar hacia adentro y observar cómo nuestras propias creencias, pensamientos y emociones están contribuyendo a nuestra forma de percibir y experimentar lo que vivimos. Es un cambio de perspectiva: en vez de preguntar “¿Por qué me pasa esto?”, comenzamos a cuestionarnos “¿Qué puedo aprender sobre mí de esto?”.
Cuando analizamos un poco más a fondo nuestras conductas, podemos reconocer intenciones inconscientes que nos mantienen en el papel de víctima. De este modo nos impedimos integrar el aprendizaje que nos trae esa experiencia.
En lugar de aferrarnos a la historia que nos paraliza, podemos explorar qué beneficios ocultos obtenemos al permanecer en ese rol.
¿Nos da seguridad? ¿Recibimos atención, reconocimiento o afecto? ¿Evitamos arriesgarnos, exponernos, afrontar el miedo a la incertidumbre, a fallar? Al responder estas preguntas, dejamos de ser víctimas y podemos hacer algo para mejorar.
Para comprender mejor cómo funciona la inversión de pensamiento, veamos algunos ejemplos concretos:
Sin embargo, con la inversión de pensamiento, Verónica podría descubrir que, en realidad, no se está ocupando de ella misma. Tal vez está desatendiendo sus propias necesidades y sacrificando su bienestar por mantener una fachada de orden.
Al invertir el pensamiento, Pedro podría ver cómo se estaba saboteando a sí mismo porque, en el fondo, tenía miedo de apostar por su propio bienestar. Esta revelación no es un juicio, sino una oportunidad para cambiar la narrativa interna y comenzar a priorizarse.
«Cuando cambias el modo en que ves las cosas, las cosas que ves cambian también.»
Wayne Dyer
La inversión de pensamiento también nos ayuda a encontrar lo positivo en situaciones que antes juzgamos como negativas. Por ejemplo:
Al invertir el pensamiento, pudo ver que su madre no supo detener esa violencia con confianza en sí misma y firmeza. Así, en lugar de perpetuar la victimización, Alicia comprendió y dejó de juzgar esta característica de su padre, lo cual le permite ejercerla cuando es necesario, marcando sus propios límites y confiando en sí misma.
Encontrar la información inconsciente detrás de nuestros juicios y creencias nos permite transformarlos y elegir de nuevo. Desde este cambio de percepción, podríamos encontrar respuestas como las siguientes:
Lo que percibimos inicialmente como un problema, a menudo puede ser la solución: el haber vivido estas experiencias nos permitió ver de otra manera nuestra historia y decidir cómo queremos vivir.
Cuando comprendemos que las experiencias difíciles pueden tener un propósito, dejamos de considerarlas un castigo y empezamos a percibirlas como maestros. Esto nos propone dar un giro radical a nuestra realidad, transformando cada conflicto en una oportunidad de crecimiento.
En el ejemplo de Alicia, la sumisión de su madre y la firmeza de su padre, pueden inspirarla a ser lo fuerte que su madre hubiera querido ser y lo determinante que su padre intentó ser. Ella ahora escribe su propia historia con gratitud y una renovada fortaleza.
La inversión de pensamiento requiere compasión hacia nosotros mismos y coraje en cantidades similares. No se trata de juzgarnos, sino de liberarnos de las cadenas que hemos creado con nuestras creencias limitantes.
Lo que pasa es que nos aferramos a lo conocido, incluso si nos hace daño, porque nos da una falsa sensación de seguridad.
Por eso muchas veces nos quedamos en el análisis intelectual de lo que vivimos para justificar por qué somos como somos. Muchas terapias y técnicas se quedan en ese punto: describir qué nos pasó y cómo influye en nuestra forma de percibir, sentir y actuar hoy.
«La vida de un hombre es lo que sus pensamientos hacen de ella»
Marco Aurelio
La inversión de pensamiento nos ofrece una oportunidad única de reescribir nuestra historia: ¿Qué puedo hacer con lo que me ha pasado?
No se trata de fingir que todo está bien, sino de permitirnos ver la vida con nuevos ojos. Es un llamado a dejar de engañarnos y a tomar responsabilidad por lo que queremos crear en nuestra vida y pasar a la acción.
Detrás de cada historia que te limita, hay una versión de ti más libre, más auténtica y más conectada con la vida que deseas vivir. Atrévete a descubrirla.
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En este pódcast, Enric Corbera explica cómo, al dejar de buscar afuera la causa de nuestros problemas, podemos mirar las experiencias desde otro enfoque y encontrar el para qué de nuestras vivencias.
En este vídeo, Enric Corbera explica cómo la adicción al sufrimiento puede ser la mayor resistencia al cambio y ofrece recursos para superarla y potenciar nuestra coherencia y libertad emocional.
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