Ante las diversas situaciones de nuestra vida tendemos a reaccionar, una y otra vez, de la misma manera, aunque en muchas ocasiones no nos demos cuenta. Esto se debe a los patrones perceptivos que adoptamos desde pequeños.
El reaccionar automáticamente (a menudo difícil de cambiar) se deriva de cómo interpretamos lo que sucede y cómo nos vemos a nosotros mismos. Este juicio está fuertemente influenciado por nuestras experiencias de la infancia.
En este artículo veremos cómo identificar los patrones inconscientes que nos limitan y qué beneficios puede aportar hacerlo.
El patrón perceptivo es un conjunto de características que rodean una experiencia concreta y que se repiten cuando nos encontramos en situaciones parecidas. Podemos verlo como una especie de «guión» que seguimos, una y otra vez, cuando nos enfrentamos a situaciones similares.
Lo que experimentamos de niños en casa, lo que nos duele o nos hace felices, queda impreso en la profundidad de nuestra mente como patrón (o patrones, porque vamos generando formas de ver y de afrontar las diferentes situaciones de la vida). Incluso podemos recibirlo como herencias emocionales de lo que han vivido nuestros padres y familiares.
Este “engrama”, como se lo conoce en la PNL, se expresa en estilos de comportamientos que nos permiten adaptarnos a nuestro sistema familiar.
El término engrama fue introducido por primera vez por el neurocientífico Richard Semon a principios del siglo XX. Describe la idea de que los recuerdos están físicamente grabados en el cerebro en forma de huellas o impresiones.
Con esa fuerza, pero de manera inconsciente, los engramas direccionan gran parte de los comportamientos y sustentan el patrón perceptivo. Este condicionamiento inconsciente nos hace seguir reaccionando de la misma manera, aún en circunstancias que parecen muy distintas.
Puede ser el caso de una persona que durante su infancia experimentó críticas constantes y severas de su padre. Cada vez que hacía algo -como un proyecto escolar- él le decía que no cumplía sus expectativas. Esta invalidación tuvo un fuerte impacto emocional, generando un patrón perceptivo en su mente en el que asoció esfuerzo con frustración.
Este patrón incluye elementos como la figura de autoridad, la voz del padre, las palabras exactas que le decía y cómo le miraba, e incluso elementos como su escritorio y la silla que la ubicaban en una posición por debajo del padre.
En la edad adulta, este patrón perceptivo puede activarse de diversas maneras en contextos y con elementos similares. Por ejemplo, podría experimentar un alto nivel de estrés ante desafíos laborales o académicos, aunque tenga las habilidades para afrontarlos. Además, podría evitar tomar riesgos o perseguir sus sueños por miedo al fracaso o al juicio del jefe, del profesor, del entrenador, etc.
Este condicionamiento arraigado en la infancia continuará influyendo de forma inconsciente en sus pensamientos y creencias —”Voy a hacer el ridículo”, “No estoy a la altura”—, emociones y sentimientos —miedo, frustración, etc.— y comportamientos como no asumir nuevos retos, evitar exponerse, etc.
Esta distorsión en su forma de percibir diversas situaciones está provocada por las “gafas invisibles” de su patrón perceptivo. Y le seguirá generando un conflicto interno, obstaculizando su capacidad para evolucionar, hasta que tome conciencia de su funcionamiento interno y de dónde se originó.
Inspirándonos en el ejemplo anterior, cada vez que sintamos miedo ante un nuevo reto o proyecto, podemos comprender que nuestra percepción del conflicto está en nuestra visión subjetiva y no en los demás o en los hechos que experimentamos.
De ahí proviene el verdadero crecimiento personal, de mirar hacia nuestro interior sin sentirnos culpables ya que hemos actuado con la información y entendimiento del que disponíamos.
«Lo que parece una reacción a alguna circunstancia presente es, en realidad, una reviviscencia de una experiencia emocional pasada.»
Gabor Maté
La emoción es un factor relevante para identificar el patrón perceptivo puesto que nos muestra qué nos impacta en momentos de conflicto, según nuestra memoria emocional.
Nuestra mente registra el evento que nos provocó cierta emoción y lo asocia a otros anteriores en los que experimentamos una sensación parecida. Por eso recordamos de cierta forma lo que otros recuerdan con un matiz diferente.
Cuando comparamos diferentes escenas de dificultad o de bloqueo, podemos observar lo que se expresa simbólicamente en cada una. Sensaciones físicas, pensamientos o emociones, así como nuestra forma de interpretarlo, nos van dando pistas del patrón perceptivo oculto.
Lo que a priori parecían comportamientos totalmente desconectados entre sí, ahora se perciben como diferentes expresiones de un mismo conflicto emocional. Y, una vez puesto al descubierto, podemos transformarlo.
La emoción es el vehículo por el cual, durante el proceso de indagación, podemos ir enlazando los elementos repetitivos. Hacerlo nos dará la capacidad de reinterpretar el suceso desde otra conciencia, lo que modifica cómo nos sentimos en el presente.
Detectar nuestros patrones inconscientes nos ayuda a comprender que, tras la diversidad de formas que toman nuestros problemas, subyace un orden relacionado con nuestro sistema familiar. Al hacerlo consciente podremos ver nuestro papel en cómo los fuimos configurando.
De esta manera, pasamos de una conciencia dual en la que nos percibimos separados de nuestro entorno a una conciencia de unidad. De no hacernos cargo de nuestros problemas, pasamos a poner en evidencia nuestra íntima conexión con lo que nos sucede en el mundo exterior.
Al hacer este ejercicio irá brotando la información que guardábamos en nuestro inconsciente y que intentaba manifestarse. Y donde antes nos angustiábamos porque no dejábamos de repetir los mismos conflictos, se nos abre un nuevo mundo de posibilidades creando nuevas conexiones neuronales.
A partir de nuestro conflicto se inicia el camino revelador que nos lleva a tomar conciencia de nuestras creencias, herencias emocionales y comportamientos que nos impiden ser auténticos.
“Acusar a otros es ignorancia, a uno mismo es entenderse. No acusar a otros ni a sí, esa es la verdadera sabiduría.“
Epicteto
En nuestro proceso de evolución personal, el patrón perceptivo, lejos de ser una cadena que nos ata a ciertos comportamientos, es una herramienta magnífica para ir descubriéndonos y hacer cambios.
Detectarlo nos guiará a trascender las fronteras, divisiones y resistencias que construimos inconscientemente y que nos separan de nuestra verdadera esencia.
Si bien parece un camino “de nunca acabar”, podremos ir conquistando un estado de centro y de paz interior.
De sentirnos impotentes, podremos pasar a la acción.
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En este podcast, Enric Corbera habla de cómo transformar las circunstancias que vivíamos con sufrimiento en oportunidades de crecimiento personal.
En esa conferencia, Enric y David Corbera hablan del poder de la autoindagación para dejar de aferrarnos a nuestras verdades y conseguir un estado de coherencia emocional.
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