El cambio puede ser desafiante, especialmente cuando parece que, a pesar de nuestros esfuerzos, todo sigue igual. Nos encontramos atrapados en un ciclo de buenas intenciones y viejos hábitos.
¿Por qué es tan difícil cambiar de verdad? Reconocer las trampas internas que nos ponemos es el primer paso para romper el ciclo y acercarnos a la transformación real que tanto anhelamos.
Los cambios son una constante en la vida. En ocasiones los hacemos para alcanzar cierto objetivo.
En otras, la vida nos pone en situaciones que requieren que nos transformemos para adaptarnos a las nuevas circunstancias. Y con frecuencia, estas se presentan en forma de conflictos, crisis o síntomas.
Muchas personas saltan de trabajo en trabajo, de una relación a otra, sin reflexionar sobre lo sucedido. De este modo, aunque creen que hicieron cambios, se siguen encontrando con los mismos problemas o incluso con más dificultades.
También es frecuente tratar de alcanzar objetivos o cambiar hábitos, cambiando lo que hacemos, sin transformarnos internamente. En consecuencia, lo que comenzamos con la mejor intención, no lo mantenemos.
Un ejemplo común es apuntarse a un gimnasio y poco tiempo después dejar de ir.
La idea de cambio implica dejar algo atrás para sustituirlo por algo diferente, ya sea una situación, comportamiento, dirección o apariencia. Pueden ser más o menos profundos y significativos, pero no siempre implican una transformación interna que impacte definitivamente.
El cambio conductual busca transformar patrones de comportamiento específicos mediante técnicas de aprendizaje y condicionamiento. Se enfoca en modificar conductas observables, utilizando herramientas como el refuerzo positivo o negativo para reemplazar hábitos indeseados por otros más adaptativos.
La transformación implica un cambio más integral y profundo que afecta nuestras creencias, valores e identidad. Requiere de nuestra decisión consciente y una búsqueda interna para comprender y modificar los patrones que están detrás de cómo nos comportamos.
La transformación profunda no solo modifica lo que hacemos, sino cómo pensamos y nos percibimos a nosotros mismos, a nuestra propia historia y al mundo. Ella nos permite ver y experimentar la vida de una manera diferente y, en consecuencia, nuestros actos y sus resultados son distintos.
Consciente o inconscientemente, muchas veces nos cuesta dejar atrás lo conocido, nos aferramos a nuestras “verdades” y preferimos quedarnos en la zona de confort. Tememos las consecuencias que estos cambios pueden traer.
Entonces, no hacemos nada o esperamos que alguien los haga por nosotros. O los hacemos a base de fuerza de voluntad, sin lograr esa transformación que estamos necesitando.
Hago dieta un tiempo, pero vuelvo a engordar. Cuento hasta 10, pero igual estallo con mi pareja. Medito todas las mañanas, sin embargo, el estrés domina mi vida cotidiana. Me propongo crear una cuenta de ahorro, aunque llego a fin de mes con todo el dinero gastado.
A veces, no logramos cambiar porque, en el fondo, algo nos sigue atando a lo conocido, incluso si no nos hace bien. Reconocer y soltar ese beneficio puede ser el primer paso hacia lo que realmente deseamos.
Entender por qué nos saboteamos es la clave para empezar a hacer cambios que nos acerquen a cómo queremos vivir.
«Si aumentamos la conciencia, los cambios en nuestra vida vienen solos.»
Jon Kabat-Zinn
Merece especial atención este punto, pues el temor a la opinión de los demás suele ser uno de los motivos más recurrentes que impiden cambiar.
La necesidad de pertenencia está arraigada en nuestro cerebro más primitivo. El ser rechazado por el clan significaba la muerte, lo que generó un miedo ancestral, ya que un individuo aislado no tenía posibilidades de sobrevivir.
Si observas tu vida y reconoces los lugares en los que te cuesta cambiar, podrás darte cuenta de que hay un miedo recurrente: temes el desorden que tus decisiones pueden generar en tu entorno.
Cuando hacemos las cosas esperando a que los demás no se molesten, estamos actuando desde la dependencia emocional, no somos libres de tomar nuestras propias decisiones. Hemos de reconocer que esta limitación es autoimpuesta y, por tanto, solo nosotros mismos podemos liberarnos.
«Debemos estar dispuestos a dejar la vida que planeamos para tener la vida que nos está esperando.»
Repetimos experiencias porque no cambiamos de percepción, por lo que la emoción que sentimos ante una situación sigue siendo la misma. Por tanto, respondemos actuando de manera similar y, obviamente, obtenemos los mismos resultados.
La comprensión que nos transforma sucede cuando entramos en contacto con nosotros mismos para tomar conciencia del sentido de cada experiencia. De este modo, lo que veíamos como “problema” pasa a ser una oportunidad.
Tomar conciencia de nuestras herencias emocionales y patrones aprendidos cuando éramos niños, nos permite comenzar a ver las cosas de otra manera y sentirnos diferente. En consecuencia, elegimos nuevas respuestas y encontramos nuevas soluciones a nuestros problemas habituales.
Cuando reconocemos que lo que nos impide cambiar está en nuestra mente, inevitablemente comenzamos a transformarnos. Hemos hecho la inversión de pensamiento fundamental para dirigir nuestra vida en la dirección que queramos.
Parece lógico que el primer paso para cualquier cambio sea aceptar lo que nos pasa. Sin embargo, uno de los motivos por los cuales no cambiamos es porque nos contamos historias que justifican por qué no nos movemos.
Por lo mismo, aceptar la realidad implica atrevernos a ser sinceros con nosotros mismos, reconocer los errores y hacerles frente a nuestros miedos, transformando esa energía en impulso para realizar los cambios que necesitamos.
Atraemos a las personas y circunstancias adecuadas para los cambios que, consciente o inconscientemente, buscamos realizar en nuestra vida. Por tanto, somos los únicos responsables de cómo las vivimos.
Abrazar nuestras experiencias de transformación con amor y compasión nos llevará a mantener la paz interior. Agradecer el aprendizaje que nos ofrecen nos permitirá vivirlas sin rencores o juicios hacia los demás o hacia nosotros mismos.
El proceso que atravesamos para llegar a conocernos y transformarnos está lleno de oportunidades escondidas y de caminos inesperados. Por eso es importante confiar en nosotros mismos y en la sabiduría de la vida.
Al vivir el presente y soltar el control, la vida nos sorprende con regalos inesperados. Esta sincronicidad se expresa en oportunidades que contribuirán de alguna manera a la realización de nuestros deseos.
Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de YouTube:
David Corbera y Sara Pallarés entrevistaron a Ousman Umar, un migrante africano que logró sobrevivir al infierno del desierto, transformando su dolor en un propósito de vida. Una impactante historia de cambio y transformación.
En este vídeo, David Corbera explica las premisas fundamentales que hacen de la Bioneuroemoción un método único para superar las dificultades que nos impiden cambiar, profundizar en nuestro camino de desarrollo personal y experimentar la plenitud.
Si quieres conocer más acerca del método de la Bioneuroemoción y cómo aplicarlo en tu vida para aumentar tu bienestar emocional, síguenos en nuestras redes sociales: YouTube, Instagram, Facebook, X y LinkedIn.
Comparte en los comentarios si te ha resultado interesante este artículo y compártelo con quien creas que le puede resultar útil esta información. ¡Gracias por tu interés!