“Todos cometemos errores y de los errores se aprende”. Esa frase hecha esconde una profunda sabiduría, pero solo si la admitimos podremos aprovechar su potencial de oportunidades y crecimiento.
¿Qué piensas acerca de ti mismo/a cuando te equivocas? ¿Te dejas abatir o te avergüenza de que otras personas te vean fallar?
Descubre cómo puedes convertirlo en un trampolín para tu mayor aprendizaje y bienestar.
La vergüenza se define como una pérdida de dignidad, ya sea por errores cometidos o humillaciones sufridas. Es una emoción social, ya que se experimenta en relación con otros, pero nace en nuestra percepción de su mirada, la que sentimos como un juicio y como una amenaza.
Por eso, la vergüenza no se activa desde afuera, sino en nuestro interior, como un eco de aprendizajes anteriores. A lo largo de nuestra historia personal, hemos aprendido que en ocasiones es mejor volverse pequeños, inmóviles, casi invisibles, que arriesgarse a ser vistos.
Sentir vergüenza es un mecanismo de defensa que tiene mucho que ver con las miradas recibidas en la infancia: es la diferencia entre una que acepta, calma y acoge, a otra que juzga, humilla y rechaza.
¿Cómo se manejaba la equivocación en casa cuando eras chico/a?
¿Qué importancia tenía tu opinión?
¿Cómo reaccionaban los adultos cuando se cometía un error?
Nuestra necesidad de control puede dificultarnos aceptar errores. Admitir un fallo supone mostrar una faceta vulnerable que contrasta con la imagen de fortaleza y competencia que buscamos proyectar.
De ahí que reconocer un error se perciba como debilidad, y lo evitamos para preservar la propia imagen y la aprobación ajena.
Las personas que buscan control suelen tener estándares tan altos que no toleran el error, una mentalidad perfeccionista que lo considera inaceptable en lugar de aprender de él.
Esta tendencia a controlar es, en realidad, una señal de baja autoestima y una falta de confianza en uno mismo que se convierte en una forma de protegerse de manera momentánea. Es decir, el control excesivo surge de la falta de autoconfianza y empeora lo que pretendemos mejorar.
Este impulso de control puede perpetuar un ciclo negativo de frustración, ansiedad y depresión.
¿Qué es lo que realmente temo perder si admito un error?
¿En qué momentos he sentido que el control es una carga, más que una ayuda para mi bienestar?
¿Cómo evitar mis errores me está limitando en mi crecimiento y en mis relaciones?
“Los errores son los portales del descubrimiento”
El descontento, la irritación o el deseo de control excesivos suelen reflejar una fragilidad interior donde los errores se perciben como amenazas. Por el contrario, quienes poseen un ego sólido y estructurado ven en los desaciertos una oportunidad para mejorar.
Estas personas también sienten fastidio por haberse equivocado, pero saben manejarlo de una manera que resulta potenciadora.
A pesar de nuestras experiencias pasadas y la influencia de nuestra infancia, como adultos emocionales, podemos transformar nuestras creencias limitantes. Este proceso requiere deshacer patrones y abrir espacio para nuevos aprendizajes.
Por ejemplo, todos tenemos algún recuerdo que aún hoy nos hace sentir incómodos y avergonzados.
Cada una de esas reacciones nos ofrece información para profundizar en nuestro inconsciente, para comprendernos e integrar esas experiencias. A esto lo llamamos aprender a desaprender.
Por eso las equivocaciones son a la vez instrumentos y obstáculos. Ningún error es estéril; todos son oportunidades.
Por otra parte, aprender a ser tolerantes con nuestros errores también nos enseña a aceptar los de los demás.
Muchos autores recomiendan ser siempre el peor en algo. Es decir, cuando creas que dominas todo lo que haces, comienza a hacer algo que nunca hayas hecho antes.
Incorporar el hábito de probar nuevas experiencias que desafíen tu comodidad hace que tu cerebro siga aprendiendo y transformándose.
Además, no sabes qué forma van a tomar las lecciones que necesitas, quiénes serán tus mayores aliados o qué situaciones te harán descubrir tus dones. La vida se expresa mucho más allá de nuestras expectativas.
“El conocimiento descansa no solo sobre la verdad, sino también sobre el error.”
Carl G. Jung
Los grandes maestros son los que saben arriesgarse y probar diferentes formas de equivocarse hasta alcanzar la excelencia.
Esta actitud es la que hizo posible que el suizo Georges de Mestral volviese de hacer senderismo con los pantalones llenos de semillas enganchadas y crease el velcro. Y que Spencer Silver fracasara en su intento de crear un potente pegamento y acabase inventando el post-it.
El microondas, el teflón, los fuegos artificiales, los edulcorantes y el más conocido de todos, Alexander Fleming y su descubrimiento de la penicilina, son excelentes ejemplos de serendipia: hallazgos producidos gracias a la capacidad de aprender de los errores.
Estas circunstancias no son fruto solo de equivocaciones. No hubieran dado lugar a estos descubrimientos sin la actitud adecuada.
Son el resultado del trabajo de personas cuya conciencia les permitió trascender sus objetivos egoicos. Mentes flexibles que supieron entender sus errores como otra vía de aprendizaje.
Esta capacidad está al alcance de todos.
Piensa en los “errores” que has cometido y descubre el verdadero valor de lo que creíste que había sido inútil. Y comienza a integrar las enseñanzas de lo que hasta ahora no supiste aprovechar para tu crecimiento y bienestar.
El malestar que sentimos cuando creemos habernos equivocado puede darnos información valiosa para aprender a desaprender. Con ello, lo que impulsa nuestro crecimiento no es solo lo que sabemos, sino nuestra capacidad de rectificación, adaptación y cambio.
La vida es generosa, nos ofrece aprendizajes a cada paso que damos. Lo que hace que retrasemos nuestro desarrollo no es la falta de oportunidades, sino nuestra resistencia a reconocer el potencial de nuestros errores.
Cada justificación y excusa que ponemos es una forma de posponer un aprendizaje que, lo reconozcamos o no, necesitamos para seguir madurando emocionalmente.
Acoge tu error, toma decisiones, calma tu juicio y date cuenta de que nuestro camino lo determinan los pasos que nos quedan por dar, no los que hemos dado hasta ahora.
Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de YouTube:
Enric Corbera explica en este pódcast que, cuando una situación nos produce malestar, podemos rechazarla y vivirla desde el victimismo o aceptarla. Cuando aceptamos lo que sucede, el error se transforma en una oportunidad para aprender y mejorar.
En este vídeo, Enric Corbera expone los beneficios de aprender a perdonarnos cuando sentimos que nos hemos equivocado. El perdón es clave para trascender las dificultades que experimentamos y para aprender de los errores
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