¿Por qué sufrimos tanto cuando una relación de pareja llega a su fin? ¿Es posible aprender algo de una situación tan dolorosa? ¿Cómo podemos afrontar mejor el duelo y la transformación que trae consigo?
¿Cuál es el verdadero reto que supone este punto de inflexión en nuestra vida?
En este artículo veremos qué información se esconde detrás de las profundas emociones que vivimos cuando el vínculo con la persona amada se termina.
Una de las principales razones por las que sufrimos al terminar una relación es la serie de creencias que hemos adoptado, muchas de ellas impuestas por la literatura, la cultura y las religiones.
Nos han hecho creer en la existencia del «príncipe azul» o la «media naranja«. Esa idea de que hay una persona destinada a completarnos, y que solo cuando estemos con ella seremos verdaderamente felices.
Este concepto erróneo nos lleva a depositar en nuestras parejas la responsabilidad de llenar nuestros propios vacíos emocionales.
La pareja es la persona que más nos confronta con nosotros mismos, habitualmente es la persona a quien hacemos responsable de nuestro estado de ánimo. Si nos trata bien estamos bien, si nos trata mal estamos mal.
En realidad, ¿quién se está tratando bien o mal?
Wayne Dyer afirmaba que «la fusión de dos personas en una, resulta en dos medias personas«, una frase que refleja cómo podemos caer en la trampa de la dependencia emocional.
En lugar de buscar a alguien que nos complete, el verdadero desafío es aprender a complementarnos con nuestra pareja, estableciendo relaciones desde la independencia emocional. De este modo, una relación no se convierte en una necesidad para nuestra autoestima, sino en un espacio compartido de crecimiento personal.
Muchas veces, el dolor de una ruptura también se ve amplificado por otra creencia muy arraigada: la idea de que una relación es más valiosa cuanto más tiempo dura. Hasta nuestra abuela nos recuerda que las parejas de hoy en día “no aguantan nada”.
Esta noción, que viene de convenciones sociales y familiares, nos lleva a pensar que una relación de larga duración es sinónimo de éxito, lo que puede empujarnos a mantener vínculos que ya no nos aportan felicidad o crecimiento personal por no “fracasar”.
¿Es mejor estar con alguien por no saber estar en soledad o por el temor a sentirse fracasado?
La duración de una relación no define su valor. Lo que realmente importa es la calidad del vínculo y lo que aprendemos durante ese tiempo.
Cuando una relación amorosa se termina, sentimos que algo cambia drásticamente en nuestra vida. Es natural que aparezcan sentimientos de soledad, inseguridad y vulnerabilidad.
Al mismo tiempo, la herida emocional que intentamos ignorar durante la relación queda al descubierto.
«El desamor es muy esclarecedor, pues durante un breve tiempo se ve el mundo con nuevos ojos.»
Iris Murdoch
La ruptura nos enfrenta a nuestra propia necesidad y dependencia emocional, revelando cómo esa relación actuaba como refugio para no confrontar nuestros miedos e inseguridades.
Este momento nos coloca ante dos opciones: podemos elegir utilizar el dolor para aprender y crecer, o para seguir sufriendo y castigándonos.
La ruptura también nos invita a revisar nuestras creencias y patrones relacionales. Nos muestra cómo, a menudo, buscamos recibir algo a cambio en nuestras relaciones, cuando el amor debería ser un acto desinteresado y libre de transacciones emocionales.
Al tomar conciencia de esto, podemos encarar la ruptura como una oportunidad de trabajar en nuestra autonomía emocional para construir una relación más saludables en el futuro.
No se trata de evitar el dolor o de minimizar lo que sentimos. Como seres humanos, es natural que experimentemos sufrimiento tras una pérdida.
Lo importante es cómo utilizamos ese dolor: como una excusa para seguir estancados en la tristeza o como una invitación al crecimiento.
En lugar de aferrarnos a la idea de que nuestra felicidad depende de estar con otra persona, podemos aprovechar este momento para descubrir qué áreas de nuestra vida necesitan mayor atención.
«El desamor, si se supera con inteligencia, puede hacerte más independiente, y más consciente de lo que necesitas ahora.»
Elsa Punset
La ruptura es, sin duda, un proceso que nos enfrenta con nosotros mismos. Nos invita a realizar una profunda autoindagación y a cuestionar qué partes de nosotros se reflejaban en esa relación.
Podemos huir de nuestras emociones o vivirlas plenamente y tomar la información que nos ofrecen para romper con las creencias limitantes que nos dirigen. Pueden ser la ventana hacia los patrones que repetimos en nuestras relaciones.
Solo cuando aprendemos a estar cómodos con nuestra propia compañía, podemos estar realmente preparados para compartir nuestra vida con otra persona desde un lugar de plenitud.
Es importante recordar que las relaciones, como todo en la vida, están marcadas por la incertidumbre y el cambio. Aunque el final de una relación pueda parecer el fin de nuestra estabilidad, este cambio es tan natural como cualquier otro proceso vital.
Sin embargo, este sentimiento no es más que una etapa pasajera en el camino hacia una mayor comprensión de nosotros mismos.
En última instancia, cada pareja rota nos ofrece un regalo invaluable: la oportunidad de aprender a amarnos y cuidarnos para construir una vida plena y coherente, tanto si estamos solos como si compartimos nuestra vida con alguien más.
Lo más importante es que, pase lo que pase, hay una persona que siempre estará a nuestro lado: nosotros mismos.
Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de YouTube:
En este pódcast, Enric Corbera ofrece algunas pautas de cómo entender, gestionar y superar una ruptura de pareja.
¿Cómo podemos llevar mejor el duelo que trae consigo una ruptura? En este video, David Corbera habla acerca de los factores implicados en la experiencia subjetiva de ruptura sentimental y qué hacer para superarlo.
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Hola comunidad. Llevo, o llevaba, más de treinta años «casada». En estos momentos he decidido darme un espacio, para aceptar, validar y aprender. Han sido años de vivir en el victimismo, esperando un cambio, me estoy dando la oportunidad de comenzar ese cambio.
Hay aún estados que no he logrado trascender, que causan dolor e incertidumbre. La reconciliación conmigo es inminente. Sin embargo, agradezco a mi aún esposo que haya sido mi maestro para darme cuenta la polarización en la que estuve inmersa desde hace muchos años.
Gracias Universo, Dios, Todo, Fuerza por acercarme a Enric y me esté ayudando en mi proceso de trascender.