El apego nos ayuda a formar conexiones esenciales para nuestra vida. Sin embargo, cuando es excesivo, puede causar sufrimiento y hasta limitar nuestro desarrollo.
¿De qué modo convertir esa restricción en una oportunidad para desarrollar la libertad interior?
El apego es un vínculo afectivo esencial que se establece en los primeros años de vida entre un bebé y sus cuidadores. Su principal función es proporcionar seguridad al niño/a para que pueda crecer en un entorno de cuidado emocional y físico, recibir alimento y protección. Esto le dará confianza en sus relaciones.
Desde la psicología se explican los diferentes tipos de apego que se desarrollan durante la infancia y su impacto en la adultez. Esta clasificación busca develar lo que impide construir una base segura para la expresión y el desarrollo humano.
El dilema se presenta en si desarrollamos un apego excesivo en ciertos vínculos.
Lo que comienza como algo necesario para la vida puede volverse limitante cuando dependemos demasiado de los demás, impidiéndonos dirigir nuestra vida responsable y libremente.
Al experimentar dependencia emocional, un patrón psicológico que obstaculiza el equilibrio de los vínculos, esperamos que otros asuman la responsabilidad en aspectos importantes de nuestra vida.
En realidad, le tenemos miedo al rechazo y a la soledad. Priorizamos a los demás y nos anulamos en favor del otro para que nos quieran y acepten.
Así, establecemos relaciones “especiales” y disfuncionales, con demandas afectivas desproporcionadas y una gran expectativa sobre la aprobación del otro.
Comprender el concepto del apego puede ser muy útil para entender nuestros vínculos y la relación con nosotros mismos. No solo se trata de los lazos que formamos, sino de cómo los interpretamos y respondemos a ellos.
Nuestra forma de abordarlo influye en nuestra capacidad para afrontar el constante cambio (impermanencia). Son dos aspectos clave de la vida porque son inevitables.
Entender cómo manejamos nuestras relaciones interpersonales nos permite transformar experiencias de apego en oportunidades de crecimiento y aceptación.
Cuando nuestro apego es adecuado, nos sentimos seguros y conectados. A su vez, nos permite ser capaces de soltar y adaptarnos si las circunstancias cambian.
Reconocer la impermanencia en nuestras relaciones nos ayuda a practicar el desapego, aceptando que el cambio es una parte natural de la vida y que nuestra felicidad no depende de mantener las cosas inmutables (incluidas las relaciones).
Heráclito lo expresó de manera simple y profunda: «Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río«. Esta metáfora resume maravillosamente la esencia de la ley de la impermanencia: inevitablemente todo cambia.
El río, aunque parezca el mismo, está en constante movimiento, al igual que la vida y nuestras experiencias. Así, como el agua del río nunca es la misma, nuestras circunstancias y relaciones también están en perpetuo flujo.
Esta “ley” de la impermanencia nos invita a no juzgar el cambio como positivo o negativo, sino a aceptarlo como una parte natural de la existencia. En este contexto, el apego puede ser visto como una resistencia al cambio, un deseo de que las cosas permanezcan constantes y familiares.
“Si no aprendemos a soltar, si no dejamos ir, si el apego puede más que nosotros y nos quedamos ahí atados, pegados a esos sueños, fantasías e ilusiones, el dolor crecerá sin parar y nuestra tristeza será la compañera de ruta.”
Jorge Bucay
En lugar de resistirnos al cambio, podemos aprender a observarlo y a aceptarlo. Al hacerlo, liberamos la necesidad de controlar o aferrarnos a las cosas tal como son, lo que nos permite vivir nuestras relaciones con mayor libertad y menos sufrimiento.
Aceptar el desapego nos ayuda a desarrollar una perspectiva más amplia y compasiva sobre nuestras experiencias. Nos enseña a valorar cada momento y a entender que, aunque las circunstancias cambien, siempre tenemos la capacidad de adaptarnos y crecer.
Los conceptos que tengamos sobre el amor y el apego pueden definir cómo vivimos este dilema. Cada persona puede tener una respuesta única y personal a esta cuestión.
Las siguientes preguntas nos invitan a la autoindagación sobre nuestras relaciones de apego:
¿Cambio aspectos de mi vida para adaptarme a los gustos o preferencias del otro?
¿Evito los conflictos por miedo a molestar o disgustar a mi pareja?
¿Me asusta la soledad?
¿Acepto libremente lo que observo en el otro o siento necesidad de cambiarlo?
Lo importante es reconocer cuándo la dinámica entre ambos se torna perjudicial.
La libertad emocional dentro de un vínculo se encuentra en observar cada acto, propio o de nuestra pareja, sin juicios. Esto significa aceptar tanto nuestras emociones como las del otro.
El amor auténtico no coarta ni reprime ningún tipo de emoción o sentimiento, sino que los acoge e integra a través de conversaciones incómodas que nos permiten desarrollar mayor complicidad y conexión.
Agradecer el apego no significa aferrarse, sino reconocer su papel en nuestra vida y aprender de él, pues este nos ha permitido sobrevivir y prosperar. Pero quedarnos estancados en situaciones que ya no resuenan con nosotros es morir lentamente.
A menudo, estos apegos son patrones inconscientes, heredados de la sociedad y de la familia, que nos mantienen en lugares donde ya no pertenecemos.
No es el apego en sí lo que nos causa malestar, sino nuestra percepción de él y nuestra resistencia al cambio.
Cuando somos libres, disfrutamos de los vínculos sin depender excesivamente de ellos para nuestra sentirnos felices. Cuando disminuimos la dependencia encontramos que la verdadera paz y alegría provienen de nuestra capacidad para amarnos y amar, para disfrutar de la soledad, sin renunciar a los vínculos que nos enriquecen y complementan.
En lugar de ver el apego como una cadena que nos ata, podemos verlo como una herramienta para el autoconocimiento y el crecimiento personal.
Cada experiencia de apego excesivo es una oportunidad para explorar nuestras necesidades, deseos y miedos más profundos. Al hacerlo, nos volvemos más conscientes, resilientes y amorosos.
Aceptar que el cambio es necesario nos permite crecer y evolucionar, encontrando la verdadera felicidad y paz en nuestra capacidad de amar sin depender.
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En este podcast Enric Corbera analiza las diferentes formas de adicción emocional que se manifiestan en forma de relaciones tóxicas en la familia, con los amigos o en el trabajo.
En este video Enric Corbera aborda cómo dejar de poner nuestra salud emocional en manos de otras personas y transformar esta manera de relacionarnos basada en el apego, para establecer vínculos de calidad.
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