¿Te has preguntado de dónde surge tu forma de autopercibirte? ¿Qué influencia puede tener esto en tu vida? En este artículo abordaremos cómo las creencias pueden influir en nuestra vida e, incluso, en nuestra biología.
¿Nos pasan cosas por cómo pensamos o pensamos así por las cosas que nos pasan?
Nuestras creencias no sólo determinan lo que vemos sino, además, lo que pensamos sobre el mundo, sobre los otros y sobre nosotros mismos.
Una de las percepciones erróneas más difíciles de cambiar es pensar que nuestras creencias son verdad. A partir de esa premisa, cualquiera que piense de forma diferente de lo que creemos se convierte en alguien que está equivocado o, incluso, en un enemigo.
Además, acabaremos defendiendo nuestras creencias frente a otro como si defendiésemos nuestra mismísima naturaleza.
Bruce H. Lipton, doctor en biología celular y profesor en el New Zealand College of Chiropractic, de Auckland, cuestiona la visión darwinista de la evolución y la premisa básica de que los genes condicionan nuestra vida.
En su libro La biología de la creencia: La liberación del poder de la conciencia, la materia y los milagros nos dice: “Las percepciones no sólo cambian nuestros comportamientos sino que cambian la expresión génica”.
Luego de tratar en este libro la relación entre el cuerpo y la mente, su investigación sobre cómo las creencias pueden influir en nuestra biología se amplió de manera extraordinaria y sus experimentos fueron avalados científicamente.
En la actualidad, se acepta de forma más amplia que los genes y el ADN no controlan nuestra biología de una forma absoluta.
“Lo que escuchamos y vivimos nos forma. No vemos el mundo como es, vemos el mundo como somos. Somos víctimas de nuestras creencias, pero podemos cambiarlas”, sostiene Bruce H. Lipton y agrega:
«Si eliges vivir en un mundo lleno de amor tu salud mejorará»
Un cuerpo humano está hecho de 50 trillones de células y bajo este punto de vista es una comunidad. Esta comunidad de células se ve afectada por nuestra particular manera de ver y percibir el mundo. Es decir, “lo que pensamos varía nuestra biología”, sostiene Lipton.
Sus estudios demuestran que las células cambian en función del entorno, es lo que llamamos epigenética.
En la misma línea, un gen puede crear 30.000 diferentes variaciones, según la información que recibe del exterior.
Para entenderlo mejor, en una publicación de La Vanguardia Lipton retoma lo que constituye el efecto placebo: si pensamos que algo nos va a curar, es posible que mejore nuestra salud debido a la creencia en la eficacia del tratamiento.
Y nos recuerda que el efecto nocebo funciona exactamente de la misma manera, si creemos que algo nos hará daño, es posible que nos dañe debido a esa creencia. Por eso, es importante ser conscientes del poder que tiene lo que pensamos sobre nuestra biología.
Al poner atención en nuestros pensamientos podemos escoger el ambiente en el que vivirán nuestras células.
Para Lipton existen dos mecanismos de supervivencia: el crecimiento y la protección. Y no pueden convivir.
Si nos protegemos, no crecemos y a la inversa: “Los procesos de crecimiento requieren un intercambio libre de información con el medio, la protección requiere el cierre completo del sistema”, sostiene Lipton, y agrega:
“Una respuesta de protección mantenida inhibe la producción de energía necesaria para la vida”
Durante la infancia percibimos el entorno igual que lo perciben nuestros padres y nuestra familia y eso condiciona nuestra forma de ver el mundo.
Nuestra manera de vivir depende de nuestras creencias. “Los comportamientos, creencias y actitudes que observamos en nuestros padres se graban en nuestro cerebro y controlan nuestra biología el resto de la vida, a menos que aprendamos a volver a programarlas”, sostiene Lipton.
Desde la Bioneuroemoción sugerimos que vemos el mundo a través del filtro de nuestras creencias y que tomar conciencia de ellas es el primer paso para cambiarlas.
Toda nuestra información está en resonancia con la de nuestros antepasados.
Si ponemos atención a lo que nos sucede, lo que consideramos importante y lo cotidiano, a las relaciones familiares y a los encuentros fortuitos, a los impactos y a los tropiezos, estaremos más cerca de comprender que no hay separación, que todo es uno.
Nada es trivial, todo es información, todo tiene un sentido, y tenemos la libertad y el poder de darle el sentido que decidamos.
Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de Youtube:
Enric Corbera comparte en este Podcast cómo nuestra percepción y creencias condicionan nuestra vida. Comprenderlo e integrarlo nos permitirá convertirnos en adultos emocionales.
Enric Corbera nos explica cómo las creencias son unos filtros con los que interpretamos nuestra realidad. Observarlas nos puede llevar a recuperar el poder de cambiar aquello que siempre hemos “creído” que era la única opción disponible.
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