El amor romántico tiene múltiples beneficios. Produce y libera endorfinas, mejora nuestra autoestima, e incluso aumenta los niveles de estrógeno, consiguiendo que nos veamos mejor y nos sintamos más felices. Pero, en el proceso de una relación, con sus luces y sus sombras, puede surgir la pregunta:
¿ estamos con quién debemos estar? Para contestarnos esta pregunta es fundamental partir de un proceso de indagación personal donde podamos observar qué tipo de vínculo hemos establecido y hasta qué punto es sostenible con el paso del tiempo. En este artículo os compartimos 3 consejos que pueden ayudarte a construir un amor sano con tu pareja.
En primer lugar hemos de redefinir a qué nos referimos cuando decimos “amor”, ya que es uno de esos conceptos que todo el mundo conoce y pocos entienden.
Hay muchas conductas consideradas románticas que en realidad reflejan dependencia y baja autoestima. El amor no entiende de exigencias ni sacrificios, los actos y las conductas que se hacen desde el amor surgen de forma natural y coherente. No se trata de no pensar en la felicidad del otro, se trata de hacerlo sin olvidarnos de nosotros mismos. Para amar de verdad es imprescindible amarse de verdad.
Hay que tener claro que el amor no es solo un sentimiento, es una forma de vivir. Es un estado en el que haces libres a los que estarán a tu lado, en el que te relacionas sin expectativas ni demandas. El amor es vivir sin apego, es aceptarse a uno mismo incondicionalmente y comprender la belleza que contiene cada ser.
En el momento en el que amas todo lo que te rodea, empiezas a amarte a ti mismo. Dicho esto, ¿Qué podemos hacer para construir una relación saludable basada en las premisas de lo que significa el verdadero amor?
Lo hemos vivido todos. Conocemos a alguien y tenemos una sensación en el estómago, como si tuviéramos mariposas, y le decimos a la amiga o al amigo: «Me acabo de enamorar». La mente necesita ponerle una etiqueta a la sensación física. Aquello que nos enamora y que no tiene “explicación” está en relación directa con nuestros programas inconscientes. Decimos que nos enamoramos cuando resonamos profundamente con la información de otra persona.
Nos «juntamos» con esa persona para desarrollar aquel aspecto que necesitamos. Sin embargo, precisamente esos aspectos que inicialmente nos enamoran pueden ser los que más adelante no soportamos y nos molestan. La locuacidad acaba siendo juzgada como verborrea, la firmeza como frialdad, el intelectual acaba siendo un“sabelotodo” y aquel de quien nos atraía su ternura lo acabamos viendo como débil.
Esto se produce bien porque no acabamos de integrar esa faceta en nosotros y la juzgamos, o bien porque ya la hemos integrado y consideramos que no necesitamos a esa persona para seguir nuestro camino. Tomar conciencia de esto no significa tener que dejar a la pareja, al contrario, podemos optar por evolucionar con ella.
Debemos vivir poniendo atención a si lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos va en la misma dirección. La Bioneuroemoción nos propone evitar hacer cosas que no nos gustan por querer complacer al otro o, lo que es lo mismo, evitar empezar a hacer cosas que no nos gustan sólo porque creemos que así el otro va a querer estar con nosotros. Es importante mantener la individuación, darnos permiso para seguir siendo nosotros mismos compartiendo la vida al lado de alguien que, a su vez, se da permiso para seguir siendo él o ella misma.
Si en algún momento detectamos que esto no es así, nos podemos preguntar: ¿Qué es una pareja para mí?, ¿Para qué queremos una pareja?, ¿Para no estar solo/a?, ¿Para no aburrirnos?, ¿Para tener a alguien que nos cuide?, etc. Es fundamental cuestionarnos continuamente para detectar nuestras propias incoherencias, así, dejaremos de querer cambiar al otro para centrarnos en nuestra propia evolución.
Si pensamos que la otra persona viene a llenar nuestras carencias seguiremos con ellas y cuando no tengamos al otro vamos a sufrir. En cambio, si la persona que está a nuestro lado nos complementa, eso nos beneficia porque nos enseña algo que tenemos que aprender e integrar. Entonces, la otra persona es nuestra bendición y no nuestra desgracia.
Cuando vivimos desde la conciencia de unidad dejamos de vivir en la proyección para empezar a vivir en la extensión. Es decir, comprendemos que no hay dos, sino una unidad que se complementa. Siempre estamos frente a nosotros mismos. De esta manera podemos dejar de ser lo que pensamos que somos para darnos la oportunidad de ser lo que somos.
Cuando nos enamoramos lo primero que solemos querer es poseer al otro y, cuando creemos que lo tenemos, empezamos a tener miedo a perderlo o perderla. Entonces, nos descubrimos posesivos. Esa es la primera muestra de la carencia de amor hacia uno mismo.
El auténtico amor no ata a nadie, no quiere poseer. El amor más libre es vivir con alguien el momento presente, sin rencores por el pasado, ni miedos por el futuro; sino con agradecimiento hacia la otra persona, por compartir la vida y ayudarnos a conocernos mejor a nosotros mismos.
«Las personas que disfrutan relaciones satisfactorias y estables son seres equilibrados. No andan en busca de alguien que «llene un hueco». Reconocen su propia valía”.
Sue Gerhardt
Atraer y saber relacionarse con la pareja ideal no es sencillo. La autogestión emocional es clave para poder conseguirlo. Situaciones como no superar una ruptura, no encontrar pareja o no atreverse a establecer un compromiso son reflejo de una información inconsciente que busca ser comprendida.
Por ello, desde Enric Corbera Institute te ofrecemos el curso de pareja, una formación con la que aprenderás diferentes recursos para conocerte a través de tu situación de pareja, mejorar tu bienestar emocional y mantener relaciones más flexibles, saludables y satisfactorias.
Construye un amor sano con tu pareja.
Conocí a mi pareja en plena pandemia, justo cuando yo comencé a perder todo lo que creía que estaba bien en mi vida -mi trabajo, mi madre, mi casa, y luego mi relación con mis hijos y nieta- . El , que estuvo también en el fondo de un pozo, me habló de cuánto lo había ayudado escuchar a Enric Corbera. No sé si será un amor para toda la vida, pero sí que es perfecto.