Homeostasis en la familia: ¿la estabilidad puede generar desequilibrio?

18 septiembre 2024

¿Te cuesta llevarte bien con tu familia? ¿Sueles tener las mismas discusiones una y otra vez? 

Todos tenemos un rol dentro del sistema familiar. Pero cuando sentimos que no podemos salir de ese papel o que nos hace daño, las relaciones se complican. 

En este artículo exploraremos esas dinámicas invisibles que, aunque buscan estabilidad, a menudo generan tensiones y conflictos que nos afectan profundamente. Descubre cómo romper estos patrones y convertir los problemas en oportunidades para fortalecer los lazos familiares.

 

La familia como sistema 

Según el enfoque sistémico, la familia no es solo un grupo de personas que viven juntas, sino más bien como un equipo en el que cada miembro interactúa con los demás. Esta red de relaciones interdependientes influye en el funcionamiento y bienestar de cada uno

Cada miembro cumple un papel y se regula por normas establecidas, en general, de manera tácita. 

Desde el nacimiento, nuestra conexión con la familia, ya sea de sangre o adoptiva, impacta nuestro desarrollo. Esta pertenencia influye en nuestra evolución a lo largo de la infancia, la adolescencia y la adultez.

Aunque los roles se van transmitiendo de generación en generación, las funciones que cumplen dentro del sistema familiar pueden cambiar con el tiempo.

 

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Rebelión en el círculo familiar  

Un claro ejemplo de cómo las herencias emocionales pueden generar movimientos al interior de los clanes familiares es la película “Coco”. Cuenta la historia de Miguel Rivera, un joven apasionado por la música que se enfrenta a la prohibición familiar de seguir su sueño debido a un conflicto que vivió su abuela en el pasado.

La película muestra la dinámica de la familia Rivera a través de las generaciones y las diferentes etapas del ciclo vital familiar. Ellos forman una red de apoyo, pero también excluyen a quienes desafían las normas.

Las creencias y valores familiares nos afectan tanto que, sin darnos cuenta, mantenemos en la adultez roles de nuestra infancia. Esto suele ser la causa de la mayoría de los conflictos que tenemos con el círculo familiar.

 

“Se nos ha dado la elección de liberarnos de la repetición para nacer a nuestra propia historia.”

Ann Ancelin Schützenberger

Estabilidad de la familia: ¿a qué precio?

Las familias tratan de mantener la estabilidad en sus dinámicas, a lo que se le llama  homeostasis del sistema familiar. Es el esfuerzo por mantener el equilibrio en las relaciones y roles, evitando cambios drásticos que puedan alterar la armonía del sistema. Esto significa sostener creencias y formas de interactuar predecibles.

Estas estructuras son constructivas cuando promueven el crecimiento saludable de sus miembros. No obstante, no todas son conductas saludables y pueden llegar a ser limitantes.

Cuando los roles familiares no están claros o cuando impiden su desarrollo, se vuelven disfuncionales.

Un claro ejemplo de disfuncionalidad es cuando un hijo/a se responsabiliza por el estado emocional de su madre o padre, lo cual retarda su crecimiento. 

Paradójicamente, lo que se hace para equilibrar el sistema también puede impedir su evolución.

 

 

¿Conflicto familiar o catalizador de cambio?

Todos, consciente o inconscientemente, desempeñamos un papel en nuestra familia. Cuando alguien desafía este rol, provoca un movimiento en el sistema que a menudo no es bien recibido, ya que “obliga” a los demás a adaptarse y cambiar su posición.

Esto puede causar incomodidad o enfado. Por eso, cuando tú cambias, es común que la familia, o parte de ella, reaccione de manera negativa o con resistencia, puesto que el equilibrio al que estaban acostumbrados se ve alterado.

Así, el ámbito familiar puede convertirse en un campo de batalla donde sus miembros se culpan mutuamente. 

 

Crecer incomoda: enfrenta el cambio

Los conflictos surgen cuando somos adultos y seguimos esperando que nuestros padres o hermanos cambien, o peor aún, exigimos que atiendan nuestras necesidades.

No obstante, son nuestras creencias con sus hilos invisibles las que nos mantienen en esas dinámicas familiares, aunque ya no las queramos sostener. Es nuestro prejuicio y miedo a incordiar lo que evita que generemos “conflictos”.

Es nuestra percepción la que determina si experimentamos una situación como conflictiva o estresante. Desafiar las normas establecidas por el grupo familiar, es lo que permitirá a nosotros crecer y al sistema que evolucione.

Nuestra valentía es el catalizador del cambio. 

 

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El reto mayor: sostener el desacuerdo familiar

El gran desafío del desarrollo familiar oscila entre sostener lo conocido y arrojarse a lo desconocido. Mientras que mantener las tradiciones ofrece seguridad, explorar nuevas formas de interacción permite a la familia adaptarse y crecer ante los cambios inevitables.

A modo de ejemplo, si el conciliador de la familia renuncia a ese rol y decide ser más irreverente y coherente con lo que siente, su conducta provocará desorden a su alrededor. 

Esta inestabilidad, en realidad, puede ser el impulso que precisa la familia para permitirse evolucionar. Pero, como los conflictos no se ven así, quienes buscan mantener la estabilidad familiar a menudo suelen resistirse a ellos. 

Por lo mismo, prefieren evitar confrontaciones, manteniendo las cosas como están. Esto, sin embargo, significa ignorar problemas de fondo o sacrificar el bienestar individual de algunos miembros.

Con este ejemplo podemos darnos cuenta de que el verdadero equilibrio necesita de movimiento, es decir, del cambio. Caso contrario, lo que se conseguiría es estancamiento en el desarrollo de los integrantes de la familia.

 

“Hay una fecha de caducidad para culpar a tus padres por conducirte en dirección equivocada; en el momento que tienes edad suficiente para tomar el timón, la responsabilidad es tuya.” 

J.K. Rowling

 

Qué podemos aprender de las dinámicas de nuestra familia 

La manera en que interactuamos con nuestros familiares revela cómo aprendimos a ver el mundo y las creencias desde las cuales interpretamos nuestras experiencias. La manera en que nos relacionamos y el rol que asumimos en la familia se refleja en nuestras interacciones en otros contextos de nuestra vida

Si tuvimos un padre o madre negligente que priorizaba sus espacios personales sobre nuestro cuidado, es posible que, de adultos, veamos como egoístas a quienes se centran en sí mismos. Y quizás eso que rechazamos es lo que nos urge hacer en nuestra vida, ponernos como prioridad.

Si nos permitimos integrar estos aspectos, podemos encontrar cualidades valiosas para aplicar en diversas áreas de nuestra vida.

 

El tesoro oculto en las relaciones familiares

En todas las familias surgen desacuerdos, pero al observarlo sin juzgarlos, podemos ver que los conflictos nos ofrecen una oportunidad. Nos invitan a reconocer aspectos que rechazamos de nosotros mismos y que proyectamos en otros miembros de la familia. 

Nuestras relaciones familiares revelan facetas ocultas de nosotros mismos. Cada conflicto es un tesoro invitándonos a reflexionar sobre quiénes somos y a realizar cambios para nuestro crecimiento personal.

Al examinar los roles que asumimos en la familia, podemos tomar conciencia de las creencias que condicionan nuestra conducta. Comprender para qué mantenemos estas dinámicas nos permite decidir con coherencia y a actuar según lo que realmente sentimos.

 

 

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En este pódcast, Enric Corbera analiza cómo la autoconciencia emocional puede evitar errores comunes en la educación. ¿Reconoces las partes que rechazas en ti y tienen tus hijos? ¿Te animas a integrarlas?

 

En este video, David Corbera ofrece recursos prácticos para transformar la forma en que percibimos a nuestros padres. ¿Para qué sigues obedeciendo a tus padres?

 

 

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Diplomado en Bioneuroemoción®

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